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Casa Llena

Lou Gehrig, un beisbolista para todas las épocas

Antonio Canseco

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“Porque, cuando soy débil, entonces soy más fuerte”

San Pablo


Esta semana seremos testigos del merecido homenaje y reconocimiento que harán las Ligas Mayores a uno de los más grandes y más completos jugadores de béisbol de todos los tiempos: Lou Gehrig. Esto se da tras haberse establecido precisamente el día 2 de junio, como el día en que se celebrará cada temporada la vida y carrera profesional de este destacado beisbolista. 

Y no podía haberse escogido mejor fecha para hacerlo, pues dos importantes acontecimientos en la vida de Gehrig sucedieron precisamente en esa fecha:

  • Fue el 2 de junio de 1925 cuando dio inicio la racha de los 2,130 partidos jugados en forma consecutiva que tanta notoriedad le dieran
  • Fue también un día 2 de junio, pero de 1941, cuando dejó de existir

Por esas y otras razones de las que comentaré en esta entrega, querido lector, al cumplirse 80 años del fallecimiento de Gehrig, la totalidad de los jugadores, managers y coaches de los 30 equipos de las Grandes Ligas, saldrán al campo de juego portando en sus uniformes el emblemático número 4 con el que se distinguiera el primera base y primer capitán de los Yankees.

Por ello, lo que sucederá en el Yankee Stadium el miércoles 2 de junio durante el encuentro contra los Rays de Tampa Bay, será histórico, pues sabido es que los de Nueva York en honor a su gran estrella decidieron retirar el número de Gehrig con objeto de que nunca más un jugador en activo de los Yankees lo portara. Así que será emocionante ver a las grandes estrellas de hoy como Aaron Judge, Giancarlo Stanton y Gerrit Cole salir al diamante utilizando su mítico número 4, no visto en juego de los de Nueva York desde hace más de 80 años, ya que la última vez que Gehrig lo portó fue el 2 de mayo de 1939, día en el que decidió, con la decencia deportiva que le caracterizaba, borrarse de la alineación que jugaría ese encuentro ante el asombro de su manager Joe McCarthy.

En honor a la verdad, Lou Gehrig fue un jugador de sobrado talento, con un carácter y determinación a prueba de todo. Un hombre íntegro y por muchas temporadas el referente de los Yankees de Nueva York; pero cuya carrera en forma inesperada e intempestiva llegó a su fin al tener que retirarse del juego por una enfermedad degenerativa y poco conocida hasta ese entonces, que de tajo acabó con su carrera y lo consumió en un par de años hasta provocar su deceso.

Su presencia y juego dejaron tal huella en la afición, compañeros de equipo y rivales, en mayor medida, como resultado de su afable presencia y de lo que se exigía a sí mismo en cada encuentro, que con el paso de los años y las décadas sigue y seguirá siendo un referente del juego y motivo de enorme admiración y respeto.

Muestra de su capacidad deportiva y de la admiración de los aficionados queda fielmente reflejada con su participación en 7 Juegos de Estrellas en forma consecutiva. Desde la creación en 1933 del ahora tradicional juego que divide a la mitad cada temporada y hasta el que se produjo en su temporada de retiro. Como también el haber sido factor decisivo en la obtención de 9 campeonatos de la Liga Americana y de 6 Series Mundiales para su equipo o los 493 cuadrangulares que logró a lo largo de 17 temporadas como jugador profesional.

En la ya larga historia de las Ligas Mayores, no hay una carrera tan brillante y destacada como la de Lou Gehrig, plagada de récords y logros deportivos, muchos de ellos, fueron temporada tras temporada inalcanzables para las generaciones de beisbolistas que le sucedieron y otros todavía permanecen vigentes como el del mayor número de carreras producidas en una temporada de la Liga Americana, las 185 en la ya lejana temporada de 1931, o el haber logrado producir 509 anotaciones sumando su participación en tres temporadas consecutivas.

El eterno primera base de los Yankees fue el único hijo que logró sobrevivir de una familia migrantes alemanes. Nacido en la Ciudad de Nueva York a principios del siglo pasado, encontró en el béisbol no sólo su profesión, sino la forma de trascender. Sus logros deportivos y personales fueron en gran medida consecuencia de su carácter, ya que desde niño fue un sobreviviente, un luchador tenaz, incluso pudiera decirse que la adversidad siempre rondó su existencia, primero por las dificultades económicas debido al severo alcoholismo de su padre, circunstancia que provocó que desde muy joven tuviera que ser el sustento de su casa, y que no le impidió forjarse una carrera universitaria en la Universidad de Columbia, y posteriormente en el pináculo de su carrera por la repentina y mortal enfermedad (esclerosis lateral amiotrófica) que incluso se conoce como la 'Enfermedad de Lou Gehrig', hechos que lo marcaron y obligaron a exigirse a fondo dentro y fuera del terreno de juego.

Desde sus primeras actuaciones y a lo largo de la histórica racha de partidos jugados en forma consecutiva (2,130 partidos) que equivalen a no faltar a un solo juego de pelota durante más de 15 temporadas, Gehrig brilló con luz propia por su calidad de juego a la defensiva, su magnífica y envidiable colocación, su bateo oportuno y contundente, aunado a su sonrisa franca, educados modales y una profunda actitud de respeto por los aficionados, los umpires y sus compañeros de equipo. Sin lugar a dudas fue un portento de virtudes deportivas y un ejemplo dentro y fuera de los diamantes.

El también llamado por los aficionados “Caballo de Hierro” en mayor medida por su constitución física, mostró al mundo del béisbol una extraña combinación de talento natural para el juego, sumada a una gran fortaleza mental y física, además de derrochar en los campos de juego y fuera de ellos, una decencia deportiva pocas veces vista; que le hicieron destacar en tal forma y circunstancia, que su brillante carrera deportiva parecía ante los ojos de quiénes lo vieron jugar, como algo simplemente natural, sencillo y hasta fácil de hacer.

Ese actuar natural, sumado a la enorme modestia y humildad profesional que le caracterizaba, invariablemente lo hacían contrastar con su coequipero, el gran Babe Ruth, ya en ese entonces convertido en el primer ídolo e ícono del deporte mundial y para muchos el más grande jugador de béisbol de todos los tiempos.

No es cosa fácil, brillar con luz propia y ser una estrella deportiva del tamaño de Gehrig, sin haberse visto afectado ni un ápice en sus años de novato por la personalidad y bateo de Ruth y en sus años de madurez deportiva por la llegada de otro novato e hijo de migrantes italianos que provenía de la costa oeste llamado, Joe DiMaggio, pues al primera base de los Yankees, ni uno, ni otro, le hicieron sombra, ni le impidieron ser el líder nato y capitán de su equipo.

Gehrig fue el primer jugador profesional en el Siglo XX en conectar 4 home runs en un mismo juego, hazaña que tuvo lugar durante la temporada de 1932. Además de ganar la Triple Corona de bateo en 1934 con un promedio de bateo de .363, conectando 49 cuadrangulares y produciendo 166 carreras, algo prácticamente reservado para los inmortales.

Su resistencia física, inquebrantable carácter y compromiso con el juego y su equipo fue tal, que durante la larga racha de juegos consecutivos en que participó, varias veces llegó a jugar con severas torceduras en sus tobillos, con los dedos fracturados e incluso con una conmoción cerebral tras haber sido golpeado en la cabeza por un lanzador rival.

Uno de sus mayores logros al bat, lo es, el haber conectado a lo largo de su carrera 23 cuadrangulares con las bases llenas, lo que en la jerga beisbolera conocemos como “grand slam”, récord que se mantuvo vigente hasta la temporada de 2015 cuando Alex Rodríguez también con el uniforme de lo Yankees logró pegar el número 24 de su carrera.

Aunque a lo largo de estas líneas les he podido relatar tan solo algunos de sus logros deportivos, la carrera de Gehrig siempre estará marcada por el día en que llegó a su fin, aquel momento en que oficialmente se retiró de los diamantes, cuando la racha de juegos consecutivos había concluido y cuando era ya del conocimiento de los aficionados su enfermedad y que no podría volver a jugar jamás pese a tan sólo contar con 37 años de edad.

Aquella mañana del 4 de julio de 1939, en el mítico y original estadio de los Yankees, Gehrig con su discurso de despedida y sentido adiós, estableció sin error a equivocarme el momento más emotivo de la historia del béisbol en un acto de dignidad, coraje, fortaleza y agradecimiento al haberse autonombrado: “el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra”, pese a la grave enfermedad que le aquejaba.

Era imposible que Gehrig se retirara en silencio y se dejará vencer, ya que al alejarse de los campos de juego y de los reflectores deportivos aceptó la invitación del Alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, para desempeñarse como Comisionado Especial de la Ciudad. Época en la que ayudado por su esposa Eleanor visitó hospitales, orfanatorios y cárceles como un servidor público que buscaba mejores condiciones de vida para los miembros de su comunidad, quienes seguían viendo en él al portentoso estrella de los Yankees, aunque estuviese día a día luchando contra una enfermedad que minaba sus capacidades.

Al vasto legado deportivo de Gehrig que ha quedado para la posteridad en los libros de récords, he de sumar sus aportaciones de carácter social

  • El premio Lou Gehrig que desde 1955 otorga la MLB al jugador que mayores aportaciones y contribuciones haya hecho en favor de la comunidad o que se destaque por fomentar o patrocinar actividades de carácter filantrópico
  • La Fundación Lou y Eleanor Gehrig que hasta la fecha ayuda con recursos y financiamiento para la investigación y combate de la enfermedad Esclerosis lateral amiotrófica
  • El Centro Médico y de Investigación de la enfermedad de Lou Gehrig, creado por su alma mater, la Universidad de Columbia, que recibe y da tratamiento en la Ciudad de Nueva York a pacientes con este incurable mal

Hoy que estamos inmersos en un juego de béisbol donde abundan los buenos atletas pero donde y por desgracia, nos faltan los buenos ejemplos, no podemos más que agradecer su legado y confirmar que es el modelo a seguir, por ser el jugador más destacado y completo que haya pisado una grama, un hombre lleno de talento, dignidad y servicio al que el béisbol y los aficionados siempre le estaremos en deuda y al que las Grandes Ligas con justicia le rinde por fin el merecido tributo que nunca busco y que se ganó a pulso con su meritoria existencia.

casallena@live.com.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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