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Casa Llena

¡Nadie como El Bambino!

Antonio Canseco

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"Vivía en tiempo presente. En el lente de la cámara. No había marco que no pudiera o no quisiera llenar. Agitó el bate más pesado, ganó la mayor cantidad de dinero e incurrió en las multas más altas”

Jane Leavy

El pasado 16 de agosto se cumplieron setenta y cinco años del fallecimiento de George Herman Ruth hijo. Setenta y cinco temporadas han transcurrido desde su muerte como consecuencia de un cáncer de garganta y faringe que derivó en un tumor maligno e inoperable que se alojaba en su cráneo y cuello. Tres cuartos de siglo inexorablemente han pasado desde la desaparición física de “El Bambino” y pese a ello su figura permanece radiante y alegre como en los días en que literalmente era el amo y señor del terreno de juego. Es sin temor a equivocarme la más grande figura que haya dado el béisbol, siendo por mucho el jugador más querido y venerado por los aficionados y expertos de todas las generaciones y épocas. Alguien que además en su destacada carrera se distinguió como ningún otro jugador o deportista por ser una figura cálida y cercana a los niños que lo seguían por legiones y a la par un indiscutible ídolo de las mujeres. Eso y mucho más, fue Ruth.

Difícilmente podamos ser capaces de encontrar otro jugador que reúna todo lo que en él se dio en forma tan natural y espontánea. Es y será la personificación del éxito y la grandeza deportiva. Fue el primer ícono del béisbol profesional de los Estados Unidos, es más, me atrevería a decir que de cualquier otro deporte a nivel mundial. Alguien que se convirtió por méritos propios y también por sus desfiguros y excesos en el personaje a seguir, en el ser humano más deseado y codiciado de esa desenfrenada época que fueron en muchos sentidos los años veintes del siglo pasado. Un hombre que llenaba estadios y atraía multitudes gracias a su magnética presencia. Y no sobra decirlo querido lector, Ruth fue el jugador que cambió para siempre al béisbol, la persona y factor que hizo olvidar la trampa y el engaño que había ensombrecido al juego de pelota en 1919 y sin lugar a dudas el artífice de la dualidad que hoy en día le permite al béisbol ser un negocio que entretiene y un deporte que apasiona.

Las historias en torno al beisbolista nacido en Baltimore en 1895 son míticas y legendarias, algunas tan exageradas como su extrovertida y seductora forma de ser, tan excedidas y fuera de control como su capacidad para comer y beber, tan desenfrenadas e inverosímiles como su forma de parrandear y vivir la vida nocturna en la Ciudad de los grandes rascacielos, pero a la par tan generosas, cercanas y humanas como las que tuvo infinidad de ocasiones con los niños y los enfermos, así como también con las personas desvalidas y sin hogar, muchos de ellos gente desempleada que había traído consigo la gran depresión que vivió Estados Unidos al final de la ya mencionada década del siglo pasado que dominó de principio a fin Ruth. Sus gestos, conductas y acciones en gran medida fueron posibles gracias a la brillante y sólida carrera deportiva que revolucionó el juego de pelota. Si algo dejó de manifiesto en los campos de béisbol Babe Ruth fue el haber transformado al juego mismo, tras haber sacudido su esencia y fundamentos, pues hasta antes de que llegara al béisbol profesional de la MLB, el béisbol era absolutamente metódico, sistemático, defensivo e indiscutiblemente estratégico, cimentado ciento por ciento en el picheo, sin embargo la fortaleza de su bate y su contundencia en la caja de bateo, no obstante haber sido en sus orígenes un formidable lanzador zurdo lograron algo que hasta ese entonces no había sucedido en el béisbol, el lograr transmitir emoción, pasión y algarabía a las gradas. Un fenómeno que generó en forma instantánea una nueva afición sedienta de cuadrangulares y bateo de gran carreraje, una nueva circunstancia que aportó por primera vez al juego el protagonismo del juego de carreras y de las estrategias ofensivas cuyo rol protagónico recayó en los bateadores.

A los 14 años de edad todo comenzó para “ El Bambino” cuando fue enviado por su padre que era dueño de un bar de mala muerte en Baltimore y donde Ruth pese a su corta edad ya había aprendido a disfrutar de la cerveza y el alcohol al internado Saint Mary’s Industrial School for Boys, un orfanato en el que pasó los siguientes cuatro años de su vida y en el que no sólo aprendió a jugar béisbol, sino que se convirtió en el mejor lanzador de aquella escuela que más bien tenía las formas y disciplina de un reformatorio. Ahí surgió el famoso apodo de El Bebé que le acompañaría toda sus vida, como resultado de su rostro de marcada apariencia infantil atrapado en el cuerpo de joven fornido y de rudos modales; siendo su gran habilidad para lanzar lo que le permitió en 1914 con escasos 18 años de edad salir del internado tras haber sido contratado por el primer equipo profesional de su carrera los Orioles de Baltimore de la International League, equipo que lo catapultó en tan sólo un año a la MLB. Su destino, bien sabemos, fueron los Medias Rojas de Boston con quienes brilló como lanzador y bateador de poder y logró conseguir tres Series Mundiales en los años 1915, 1916 y 1918; pese al éxito, pero mayormente por esa razón, fue motivo de la mayor transacción económica hasta ese entonces vista en un deporte profesional en los Estados Unidos cuando en 1920 pasó a los Yankees de Nueva York por la estratosférica suma de 100 mil dólares, esto último, para decepción de los seguidores de Boston que pasaron más de 80 años sin volver a ganar una Serie Mundial. Una contingencia y extraña realidad que se transformó en una leyenda urbana a la que se le denominó por décadas como La maldición del Bambino.

La llegada Ruth a su nuevo equipo transformó a la Ciudad de Nueva York y a los propios Yankees, hasta entonces un equipo perdedor y de poca importancia. Los llenó de éxito y campeonatos e incluso fue el artifice para la construcción de un nuevo estadio en la Gran Manzana que se inauguró en 1923 y que definió nuevos estandares de modernidad y comodidad en los parques de pelota de la Unión Americana. Diez temporadas después al iniciar el año 1930 y en el pináculo de su carrera deportiva Ruth lograría cobrar 80 mil dólares por temporada, convirtiéndolo en ese entonces en el asalariado mejor pagado de su país, lo cual, ya con la fama y nortoriedad a cuestas le permitió ironizar con la prensa deportiva de aquellos tiempos quedeseosa de una respuesta le preguntaron por su flamante salario que era superior al del presidente de los Estados Unidos que en ese entonces fluctuaba los 75 mil dólares, al contestar con una franca sonrisa en sus labios: "¿Qué diablos tiene que ver Hoover con esto? Además, tuve un mejor año que él."

Esa es sólo una de las tantas e innumerables anécdotas que se generaron dentro y fuera de los diamantes en torno a Ruth, una persona que amaba los reflectores y que fue capaz de seducir a dos industrias sin chimeneas pujantes de norteamerica que se habrían paso en el mundo capitalista de la postguerra mundial: el cine y la publicidad. Prueba fehaciente de ello es que El Bambino fue parte de ellas, a grado tal que ambas le produjeron mayor fama y grandes ingresos. Tan es así, que para el año 1934 su último año con los Bombarderos del Bronx y el penúltimo como jugador profesional ya había logrado percibir ingresos por la cantidad de $856,850 dólares, una cifra que al hacer cálculos económicos e inflacionarios actualizados significaría comparativamente que su fortuna rondaba el poder adquisitivo de 200 millones de dólares de nuestros días.

George Herman Ruth hijo, dejó profunda huella en el béisbol, sús números y muchas de sus hazañas en el terreno de juego son inalcanzables para la mayoría de los mortales que practican hoy en día el juego de pelota a nivel profesional y es por méritos propios el mayor referente de ese deporte a nivel mundial. Llevó a Medias Rojas y Yankees a jugar 10 Series Mundiales y logró salir triunfador en 7 de esas ocasiones. Hasta su retiro fue el jugador que había ganado el mayor número de Series Mundiales, habiendo obtenido la vitoria por última vez en el Clásico de otoño de 1932 en contra los Cachorros de Chicago, la Serie Mundial que se considera como la más célebre de su legendaria carrera pues en pleno juego de pelota se dio el lujo antes de conectar un cuadrangular en el todavía en funciones Parque Wrigley de señalar con su dedo índice el lugar de las gradas del parque en el que habría de depositar el siguiente lanzamiento, un gesto espontáneo y singular que se dio ante el asombro de los asistentes y que instantes después cumplió de manera contundente con un kilométrico batazo que zurcó los aires justo en la dirección que segundos antes había anticipado.

Ya como un veterano de los campos de juego y a los 40 años de edad en 1935 se retiró de los terrenos de juego tras una breve estancia con los Bravos de Boston, pero permaneció inmerso en el mundo del béisbol e intentó sin éxito convertirse en el manager de los Mulos de Manhattan en más de una ocasión, sin embargo, dada su peculiar forma de ser, pero sobre todo las multas y sanciones que acumuló como jugador por sus excesos e indisciplinas le impidieron cumplir ese deseo. Ruth algo frustrado y dolido ante esa negativa y desprecio pasó los últimos años de su vida dedicado a jugar golf en Florida, filmadno películas y participando activamente en el mundo de la publicidad, pero haciendo constantes apariciones públicas que contribuyeron a posicionarlo como una de las máximas figuras de la cultura popular norteamericana del siglo XX.

​Ruth es sin lugar a dudas el bateador más poderoso y temido de todos los tiempos, para muestra las 12 temporadas como jugador en que fue el líder de cuadrangulares de la MLB y las dos temporadas consecutivas en que impuso un nuevo récord de más cuadrangulares para una temporada regular en las Ligas Mayores, dejando su mejor marca personal en la temporada de 1927 con la aparente e inalcanzable cifra de 60 batazos de vuelta entera, un récord que fue superado por primera vez en 1961 por el también Yankee de Nueva York Roger Maris.

En sus19 temporadas como jugador activo logró acumular un total de 2873 hits, con un asombroso promedio de bateo de .342 de por vida y la también espectacular cifra de 714 cuadrangulares. Un logro que tan sólo ha sido superado hasta nuestros días por dos jugadores: Hank Aaron con 755 cuadrangulares y el poco confiable y digno de reconocimiento Barry Bonds con sus *762 batazos de cuatro esquinas. Ningún otro beisbolista en la vasta historia de la MLB ha logrado batear 700 o más cuadrangulares en su carrera, un hecho que nos permite aquilatar su trascendecia en el juego.

El Bambino, por los indiscutidos méritos deportivos ya comentados y muchos otros tuvo el privilegio y honor de conformar en 1936 el primer grupo de jugadores con el que se constituyó el célebre recinto de los inmortales, El Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown, Nueva York y por décadas no obstante su desaparición física ha permanecido vigente y en la memoria colectiva estadounidense; para muestra el hecho de que en el año de 2018 al conmemorarse setenta años de su fallecimiento recibió de manera póstuma la Medalla Presidencial Libertad, que es el máximo reconocimiento y distinción al que puede aspirar un ciudadano norteamericano o extranjero residente en los Estados Unidos como resultado de su labor y contribuciones en favor del desarrollo, progreso y distinción de los Estados Unidos de América.

Ruth un beisbolista de época, que incluso vino a México en 1946 por invitación y gestiones del empresario Jorge Pasquel, que hizo hasta a lo imposible para convencerlo de que dirigiera a su equipo los Azules del Veracruz, y que tuvo que conformarse con montar una exhibición-homenaje en la que El Bambino pese a estar ya enfermo y haber rebasado los 50 años de edad todavía se dio el lujo de volarse la barda del entonces Parque Delta para beneplácito de la fanaticada de la capital mexicana que tuvo ese único e irrepetible día la oportunidad de ver y sentir los destellos de grandeza y talento del más grande ídolo del béisbol. Del único e irrepetible, del más grande de todos: Babe Ruth…

CÍRCULO DE ESPERA

Tristes y lamentables noticias llegan desde Los Ángeles, California con respecto al lanzador zurdo de los Dodgers Julio Urías que nuevamente ha sido suspendido por la MLB por un incidente de violencia doméstica. La incertidumbre que ahora se cierne sobre la carrera del jugador oriundo del estado de Sinaloa nos invita a reflexionar profundamente sobre la formación personal e integral de los deportistas profesionales; por lo pronto y en lo que concierne estrictamente al tema deportivo lo que resta de la campaña regular y la postemporada el mexicano estará fuera de acción dada la investigación que ya ha iniciado la oficina de las Grandes Ligas. Si a eso sumamos el procedimiento judicial que habrá de enfrentar en la Corte de la ciudad californiana por los sucesos ocurridos el pasado domingo por la noche a las afueras del Estadio BMO donde tuvo lugar un partido de futbol en el que participó la estrella argentina Lionel Messi, así como la conclusión de su contrato laboral con el equipo angelino llegado el otoño, el escenario profesional y personal pinta sumamente complicado para un Urías, que lo tenía todo a favor y en sus manos. Tiempo al tiempo, pero el panorama no se presenta nada sencillo, ni favorable, pues bien sabemos que otras carreras al menos en la MLB han concluido por incidentes similares en los últimos años.

casallena@live.com.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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