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Casa Llena

Las lesiones, el nuevo factor a considerar

Antonio Canseco

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“Rendirse ante la adversidad es mostrarse de su parte”

Diego de Saavedra Fajardo

He visto suficiente béisbol para notar algo que sucede en la actualidad y que muchos aficionados y expertos han pasado por el alto: el notorio incremento en las lesiones de los jugadores profesionales de béisbol. Antes, difícilmente se veían tantas modificaciones o ajustes en los equipos y sus alineaciones a lo largo de la temporada y cuando estos fenómenos se daban en su mayoría eran producto de problemas de rendimiento o adaptación de los jugadores; pocas veces una lesión era la causa o el motivo para alterar el orden al bate o la rotación de lanzadores abridores de una novena en la MLB. Hoy en día, muy por el contrario y en forma por demás dramática y perceptible las lesiones han irrumpido en los campos de juego como una plaga o maldición que altera y trastoca temporadas y proyectos. La lesiones son a querer o no, más que una variable, contingencia o riesgo a considerar por todo equipo profesional de béisbol, una realidad que marca el destino y las posibilidades de éxito de un importante número de equipos de las Ligas Mayores cada temporada.

No quiero decir con esto querido lector que en el pasado los jugadores no hubiesen sufrido lesiones y que no hubiesen interrumpido su diario accionar en los campos de juego para sanar de sus heridas o restablecerse de sus males y dolencias. Ni que tampoco los jugadores de hoy tengan que ser como Lou Gehrig, que llegó a jugar en forma consecutiva 2130 partidos de temporada regular, es decir, poco más 15 temporadas sin fallar a un solo encuentro de pelota, pese a participar semanas y meses enteros de esas temporadas con dedos fracturados, hombros y tobillos dislocados, y hasta con las rodillas averiadas. Bien sabemos todos que la única causa y motivo que lo alejó de los diamantes de un día para otro y prácticamente sin avisar, fue la enfermedad degenerativa e incurable que lleva su nombre y que lo privó de la vida con tan solo 37 años de edad. Por lo que me queda claro que esas muestras de carácter, fortaleza física y mental ya están en desuso en el mundo del béisbol y de los deportes profesionales.

Volviendo al presente, es de llamar la atención y altamente significativo el número de jugadores lesionados que tienen los 30 equipos que conforman la MLB, basta con observar la lista de lesionados en este momento y por las próximas semanas para darse cuenta de la gravedad del tema que hoy les comento. Renombrados lanzadores abridores y relevistas sin la posibilidad de enviar un solo lanzamiento al plato, estelares bateadores y jugadores de campo que tampoco pueden ver acción. Lo mismo por problemas musculares, que de ligamentos; otros más convaleciendo por fracturas y operaciones que repararon o reconstruyeron sus brazos. Con la suma de ellos sin problema alguno se podrían montar un par de equipos con talento suficiente para ganar una Serie Mundial, pues no hay equipo de Ligas Mayores que no quisiera en este momento contar con los servicios de los inactivos lanzadores abridores: Max Fried, Logan Webb, Luis García, Walker Buehler, Johnny Cueto, José Quintana, Carlos Rodón, Tyler Glasnow, Jacob deGrom y Stephen Strasburg, o como sus cerradores a: Liam Hendricks y Edwin Díaz. O que pudieran incluir en sus novenas a jugadores de la talla de: Trevor Story, Cody Bellinger, Joey Votto, Lance McCullers, Michael Brantley, José Altuve, Anthony Rendon, Gavin Lux, Jazz Chisholm, Luke Voit, Jorge Polanco, Josh Donaldson, Giancarlo Stanton, Oneil Cruz, Manny Machado, José Treviño, Tomás Nido, Max Kepler, Adam Duvall o Eloy Jiménez, todos ellos por desgracia en este momento fuera de los campos de juego. En esta lista de la fatalidad no podían dejar de estar por desgracia también presentes algunos compatriotas como los hermanos Ramón y Luis Urías y los lanzadores abridores José Urquidy y Julio Urías indiscutibles titulares de sus equipos y quienes en este momento lamentablemente no están en condiciones de pisar un diamante.

Con tanto jugador lesionado resulta más que evidente que debe existir una causa o más de una razón para el crecimiento exponencial en el número de jugadores lesionados que tiene hoy la MLB. ¿Acaso las exigencias de este juego al más alto nivel profesional están poniendo en riesgo la salud de los beisbolistas? ¿Son 162 partidos de temporada regular demasiados encuentros a disputar en una campaña? ¿Supera la demanda física y el nivel competencia de la MLB la capacidad de resistencia y durabilidad de estos deportistas de alto rendimiento? O pudiera entonces ser ¿qué al talento juvenil se le está forzando a dar un rendimiento superior al que deben brindar antes de llegar al profesionalismo? O ¿qué el deseo de destacar y cobrar mejores salarios y obtener jugosos patrocinios haya llevado a muchos peloteros a forzar su cuerpo e involuntariamente lesionarse? ¿Acaso el talento de los lanzadores depende hoy únicamente de la fuerza con la que logran hacer sus envíos? Sea cual sea la hipótesis más cercana a la realidad, lo cierto e incontrovertible es que hoy en día las carreras de los jugadores de béisbol son en promedio mucho más cortas que antes y que la demanda y exigencia de sus equipos, mentores-patrocinadores y hasta de los aficionados mucho mayores que antaño.

Una vez más retrocedo en el tiempo, esta vez, como un mero ejercicio de memoria para recordar que el gran Fernando Valenzuela estuvo sin participar la mayor parte de la campaña 1988 en que los Dodgers ganaron la Serie Mundial, esto como consecuencia de una lesión en su brazo zurdo de lanzar, que en honor a la verdad, en su caso era de esperarse que sucediera dado el esfuerzo mecánico que requería su lanzamiento estelar (el tirabuzón) y el enorme número de lanzamientos que hacía cada vez que subía al montículo; no obstante ello, por fortuna le vimos regresar a los diamantes de la MLB con su habitual talento y precisión. Sin embargo, muchos otros no corrieron y corren con la misma suerte y capacidad de recuperación del sonorense, pues es larga e importante la lista de peloteros que no pudieron sanar de sus lesiones o recuperarse de sus padecimientos como en el caso de los talentosos y probados beisbolistas: Bo Jackson, Mark Prior, Mark Fidrych, Kirby Puckett, J.R. Richard, Don Mattingly y Sandy Koufax que pese a su talento y capacidad probada tuvieron que decir adiós al béisbol mucho antes de lo que hubiesen querido ellos y los aficionados.

Ya en la segunda década del presente siglo fuimos testigos de lo ocurrido al talentoso jardinero central Jacoby Ellsbury que brillara intensamente con Medias Rojas de Boston y pasara a los Yankees de Nueva York aparentemente en plenitud de facultades gracias a un contrato de 153 millones de dólares y 7 temporadas; de las cuales sólo pudo jugar cuatro y en ninguna de ellas pudiendo participar más de 120 partidos al año. Ellsbury y los Yankees tuvieron que lidiar con múltiples lesiones de hombro, fascitis plantar y hasta una cirugía de cadera. Ante la imposibilidad de volver a hacer el equipo con tan elevado salario los Yankees tomaron la decisión de romper el contrato del jugador que nunca recuperó la salud con la ayuda de sus asesores médicos y legales y hasta la intervención de una compañía de seguros. Como buena historia norteamericana, la controversia escaló e irremediablemente llegó hasta los tribunales, donde en fecha reciente llegó a su fin gracias a un acuerdo privado entre los involucrados que implicó que no fueran reveladas las condiciones económicas con las que tuvieron a bien y previos gastos legales ambas partes dirimir el conflicto.

Sin ir más lejos respecto de la importancia de la salud y estado físico de los beisbolistas y de la profesionalización médica de todos los equipos de la MLB, que ahora cuentan con un impresionante equipo de galenos, basta recordar lo que aconteció hace tan sólo algunos meses, antes de iniciar la presente temporada 2023 con el parador en corto Carlos Correa. El puertorriqueño que se hiciera de un nombre y prestigio con los Astros de Houston optó por la agencia libre en busca de mejores ingresos y dejó al equipo de Texas tras la oferta de los Mellizos de Minnesota de cara la campaña 2022. Sin embargo, con una sola temporada al servicio del equipo del medio oeste de los Estados Unidos, Correa insatisfecho y hasta frustrado decidió nuevamente salir al mercado. Su agente el polémico Scott Boras logró para él un multimillonario acuerdo con los Gigantes de San Francisco por la suma de 350 millones y 13 temporadas, pero tras el acuerdo económico y a unos días de su presentación con el nuevo equipo la operación se vino abajo tras la revisión médica del pelotero. Su agente molesto se quejó de la informalidad del equipo de la costa oeste y sin revelar la causa de la ruptura rápidamente buscó un nuevo equipo para su cliente. Sorprendentemente los Mets de Nueva York aparecieron con la chequera bien abierta y firmaron a Correa por 315 millones de dólares y 12 temporadas, pero nuevamente tras el obligado examen médico se desataron las alarmas y los Metropolitanos decidieron dar por cancelado el acuerdo con base en la revisión médica que estableció que el peroné de Correa había sido mal reparado quirúrgicamente tras una fractura en 2014. Dados los acontecimientos Correa no tuvo más ofertas y no tuvo otra opción que regresar a los Mellizos, pero con un nuevo contrato por 6 años y 200 millones de dólares.

Así que definitivamente algo está podrido y fuera de lugar en el béisbol profesional al más alto nivel. No pueden y deben normalizar los equipos, el sindicato de jugadores y hasta los propios peloteros lo que está pasando, las lesiones no deberían ser tan comunes como ahora lo son y lamentablemente nadie hace absolutamente nada por resolverlo o acotarlo. Tal parece que ahora ser jugador de la MLB implica necesariamente formar parte de la lista de lesionados al menos una vez en la temporada.

Lo más grave del caso es que algunos jugadores saben que pese a tener contrato y el talento suficiente para jugar, no podrán hacerlo en ningún juego de la presente campaña 2023. Profesionales cuyas carreras penden de un hilo y en buena medida están en manos de los ortopedistas y cirujanos que los diagnosticaron y operaron como de los fisiatras y quinesiólogos dedicados a su rehabilitación con objeto de hacerlos volver a los campos de juego. Esa es la dura realidad que enfrentan sus equipos y los seguidores de estos, pero también la incertidumbre con que vive un importante y significativo número de jugadores de béisbol en estos momentos de brutal exigencia y excesiva demanda.

CÍRCULO DE ESPERA

Las Grandes Ligas volvieron a la Ciudad de México con un par de encuentros de temporada regular que recientemente disputaron los Gigantes de San Francisco y los Padres de San Diego en el Estadio Alfredo Harp Helú. Más allá de comentar la emoción que causó su presencia en quienes somos aficionados al Rey de los Deportes hay importantes lecciones y aprendizajes que aquilatar tras la realización de los dos encuentros. La primera, la altura de la Ciudad de México no es compatible con el nivel de los jugadores de la MLB, así lo confirmaron los 11 cuadrangulares que conectaron ambas novenas en el primero de los encuentros. Si aspiramos a ver el mejor béisbol del mundo debemos reconocer que en otras sedes de nuestro país como Monterrey, Hermosillo, Mazatlán o Guadalajara se podrá brindar a la afición un espectáculo de mayor calidad que el que disfrutamos en la capital del país.

Y la segunda, nunca más programar un juego de esa importancia y calidad antes de las seis de la tarde. Fue un exceso disponer el juego del domingo a una hora tan dificil y complicada como la que se estableció. Prácticamente todos los jugadores de ambos equipos tuvieron que hacer uso de tanques de oxigeno en sus dugouts tras sus intervenciones en el campo de juego para recuperar el aliento y estar en condiciones de seguir participando en el juego, mayormente como resultado de la ingrata combinación que produjo jugar a casi treinta grados de temperatura a más de dos mil metros de altitud.

No podía dejar de mencionar y de felictar publicamente a Julissa Iriarte que hace unos días debutó como Umpier de la Liga Mexicana de Beisbol. Con su actuación en el encuentro de los Olmecas Tabasco y los Leones de Yucatán se covirtió en la segunda mujer en nuestro país en participar activamente en el desarrollo de un partido de béisbol de la LMB. Ella ha seguido la ruta y el camino trasado hace algunas temporadas por la también umpier y sinalonse Luz Alicia Gordoa. Enhorabuena a Julissa y mucho éxito en la noble y difícil tarea de cantar bolas y strikes e impartir justicia en las bases.

casallena@live.com.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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