"En Nueva York, nombraron una barra de chocolate en honor a Reggie Jackson. Aquí en Baltimore, nombramos a nuestros hijos: Brooks Robinson"
Gordon Beard
Una de las posiciones en el campo de juego del béisbol que requieren mayor talento, habilidad y reflejos es la de tercera base. Quienes juegan o han jugado esa posición saben perfectamente que los batazos y líneas más poderosas salidas desde home van a esa dirección. Por si fuera poco, quienes cubren esa zona del terreno de juego además de las habilidades ya comentadas requieren contar con el brazo más poderoso del cuadro, pues la distancia más larga que debe recorrer la pelota para sacar un out es que la existe entre la tercera y la primera almohadilla. Definitivamente se necesita mucho más que ganas de jugar para cubrir digna y decorosamente esa posición en el mundo del béisbol.
Grandes estrellas del béisbol han dado lustre y prestigio a la tercera base, algunos de ellos hoy merecidamente son miembros del Salón de la Fama del Béisbol. Por ello, a lo largo de esta entrega tendré oportunidad de comentar acerca de ellos y del especial momento que se vivió a finales de la década de los años setenta donde la generación más talentosa de terceras bases de la historia convivió y compitió en los parques de pelota de la MLB; una época donde los campos con pasto artificial habían crecido en forma exponencial y donde jugar la tercera base era aún más complicado y peligroso.
Querido lector la tercera base gracias a la crónica deportiva y el ingenio de quienes en otras épocas y tiempos narraron béisbol ha sido bautizada o denominada de otras formas y acepciones. Las dos más célebres, de uso cotidiano y permanente son: la esquina caliente, que sirve de título a este artículo y que deriva en mayor medida de la fuerza y velocidad con la llegan a salir los batazos en esa dirección o zona del campo, o la antesala: este mote de mucho abolengo y con una doble acepción, la primera en referencia a la espera o pausa que debe hacer el corredor que llega a esa base y a quién lo separan 90 pies de poder anotar una carrera al pisar el home -¿quién no ha hecho una antesala en su vida? previo a ser recibido por un funcionario público o director de empresa- y la segunda en alusión al espacio o habitación que solían tener las casas de antaño en forma contigua a la sala principal: la antesala, lugar al que habitualmente estaban destinados los visitantes y pretendientes de las hijas de la familia, una especie de filtro o tamiz por el que debían pasar las visitas antes de ser recibidas formalmente en la sala de la casa por los miembros de la familia, de manera destacada y casi obligatoria por el “Pater familias”. Sea cual sea la denominación o mote que prefieran para llamar a esta posición y lugar en el diamante, lo relevante y meritorio es entender las cualidades y aptitudes de quienes la juegan y practican, así como recordar a los más grandes peloteros que la jugaron.
Para jugar la tercera base se requieren dos cualidades fundamentales una estupenda colocación y extraordinarios reflejos, sin ellas, cualquiera que se asigando a esa zona del campo habrá de naufragar irremediablemente. En la tercera base es tan corto el tiempo de reacción respecto a otras posiciones del campo de juego que la colocación es fundamental para hacer las jugadas. Jugar la tercera base sin colocación, es como de ir de paseo al bosque o navegar sin brújula e instrumentos. La posición exige lanzamiento tras lanzamiento y dependiendo del número de outs o strikes e inclsuo del número de jugadores que se encuentren en las bases donde ubicarse. Aún en la actualidad donde destacan las formaciones especiales (shift) estar en el sitio adecuado y en el instante preciso para un tercera base es la diferencia entre lograr los outs o que los corredores lleguen a las bases.
Sobre los reflejos diría coloquialmente que va junto con pegado, la velocidad con la que salen los batazos hace necesario contar con un instinto de conservación al que denominamos reflejos felinos y con la elasticidad suficiente para concretar las jugadas; en muchas ocasiones ese acto de defensa personal y reflejos que conlleva atrapar la pelota a esa velocidad apenas significa para quien juega la tercera base lograr la mitad de la ecuación, pues en forma instantánea debe descargar un largo y contundente envío a la primera base para sacar al corredor en movimiento. Para mi, no hay la menor duda, les a esquina caliente el lugar donde se presentan las jugadas más plásticas y espectaculares del llamado Rey de los deportes.
Ya les he comentado acerca de los reflejos, la colocación, la fortaleza física, la habilidad de manos y el potente brazo como las cualidades que debe tener un buen tercera base, a ese conjunto de atributos he de añadir otro par: la consistencia en el juego, entendida como la capacidad de ejecutar de buena forma la mayoría de las jugadas en que se participa o interviene y una segunda cualidad en todo equipo profesional ser a la par un buen bateador de promedio o de poder, pero necesariamente figurar decisivamente en la generación de carreras del equipo. Los más grandes terceras bases han destacado por su juego a la defensiva, pero un importante grupo también ha ganado un lugar en la historia por su capacidad para generar y producir carreras.
Empezaré este acotado resumen de jugadores, por nuestros jugadores, cuando se habla de terceras bases en México es difícil no pensar en compatriotas que tuvieron éxito y presencia en la MLB como Celerino Sánchez, Aurelio Rodríguez y Vinicio Castilla. Los dos primeros que vistieron la franela de los Yankees de Nueva York de excelente guante y fildeo, mientras que Castilla el oaxaqueño, tuvo temporadas brillantes con Colorado en las que se dio a conocer más por su gran poder bateador. A este ajustado grupo de antesalistas mexicanos agregaría el nombre Nelson Barrera que fuera un símbolo de los Diablos Rojos del México y un destacado y completo jugador de béisbol que falleció trágicamente en su natal Campeche.
Otro poco conocido y reconocido tercera base lo fue Ray Dandridge estrella de los Newark Eagles y Detroit Stars en las Ligas Negras e indiscutible figura de los Azules del México de Jorge Pasquel en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado en la Liga Mexicana de Béisbol. Dandridge es uno más, de los talentosos miembros del Salón de la Fama de la MLB que jamás pudo jugar en ella por la segregación racial que existió en los deportes profesionales de nuestro vecino del norte. No obstante ello, Dandridge por su capacidad de juego, gran fildeo y poderoso bateo ha sido considerado por muchos especialistas, el mejor tercera base de todos los tiempos, al que las crónicas deportivas describían como un gran hoyo negro que imantaba y atraía a su guante todos los batazos que iban a su zona del campo. De ese tamaño fue la calidad de juego, de un hombre cuya calidad humana fue mayor al mostrarse siempre leal y agradecido a quien le proporcionó una vida digna y sin discriminación para él y su familia, pues Dandridge permaneció en México como jugador en activo cuando ya Jackie Robinson había llegado a las Grandes Ligas a pesar de las ofertas que recibió, porque en México era considerado igual a los demás.
Otros grandes jugadores que destacaron en la tercera base del mejor béisbol del mundo fueron Eddie Mathews con los Tigres de Detroit, Ron Santo con los Cachorros de Chicago, Carl Ripken Jr. que en los inicios de su carrera con Baltimore jugó la posición, Pete Rose que jugó una parte importante de su carrera como tercera base y destacadamente en la inolvidable máquina roja de Cincinnati de los años setenta e incluso del venezolano Miguel Cabrera, hoy en sus últimos dias como profesional, pero que debutó jugando para los Marlines de Florida en la tercera base a principios de este siglo.
En lo que se refiere a la capacidad al batear, vale la pena mencionar e incluir a dos distinguidos terceras bases que merecen formar parte de este recuento: Paul Molitor que jugara para Minnesota, Milwaukee y Toronto y Wade Boggs que jugó mayormente en Boston y Yankees pues son los terceras bases de la historia con mayor capacidad de bateo de porcentaje de los que se tenga registro y memoria, ambos rebasaron la complicada marca de os tres mil hits en su carrera deportiva, curiosamente a ambos jugadores los une también el hecho de haber conseguido su único anillo de Serie Mundial en el ocaso de sus carreras. Dos terceras bases de tiempos mas recientes que por méritos propios ganaron su lugar en el recinto de los inmortales de la MLB.
Del presente y jugadores de la actualidad destacaré a Nolan Arenado de los Cardenales de San Luis, que empezó su carrera en Colorado, con un guante privilegiado y que tiene en sus manos todo para convertirse en un jugador de época, cierto es, que hay otros jugadores en las Ligas Mayores con buen nivel y capacidad, pero les hace falta consistencia y juego para acercarse a los nombres de los que ya he mencionado.
Me he reservado para el final a los mejores exponentes de la posición, por ello obligado y justo es recordar al el único e inigualable: Brooks Robinson al que se le llamaba con respeto y admiración “La aspiradora humana”, sin lugar a dudas el mejor y más completo fildeador que haya jugado la tercera base en las Ligas Mayores, siempre portando el uniforme de los Orioles de Baltimore, ganador de dos Series Mundiales (1966 y 1970) que jugó en 18 Juegos de Estrellas y ganó a lo largo de su brillante carrera 16 guantes de oro, todos como tercera base. Además Robinson fue el primer jugador en recibir el premio Roberto Clemente por sus aportaciones y contribuciones a favor del béisbol y la comunidad del estado de Maryland, precisamente cuando fue instituido el premio en honor de la leyenda de Puerto Rico.
Desde su retiro de los campos de juego han pasado ya largos 45 años y Brooks Robinson sigue siendo el modelo a seguir, el prototipo de calidad y técnica que se pide y exige a quienes tratan de jugar la posición.
Para concluir este formidable grupo de estrellas de la esquina caliente he de mencionar a dos miembros del Salón de la Fama: George Brett gran estrella e ídolo de Kansas City y Mike Schmidt todo un referente de los Philadelphia Phillies, ambos jugadores tuvieron brillantes carreras en la Liga Americana y en la Liga Nacional respectivamente, nunca cambiaron de equipo y lograron pese a no ser sus escuadras equipos dominantes de la MLB ganar la Serie Mundial como los referentes ofensivos de sus equipos. Fue en la segunda mitad de la década de los años setenta donde sus nombres y calidad de juego surgieron y fue en la primera década de los años ochenta donde lograron el objetivo al poder levantar con orgullo el Trofeo del Comisionado al que tiene únicamente acceso el campeón de la Serie Mundial.
Tal vez por eso, quienes vivimos el béisbol a plenitud en la década de los años setenta, somos admiradores de la posición, además de haber sido muy afortunados, pues a lo largo de esos diez años coexistieron en el campo de juego y cimentaron parte de la historia del béisbol profesional y de los libros de récords los mencionados: Brooks Robinson, Pete Rose, Mike Schmidt el tercera base con mayor número de cuadrangulares de la historia (548), George Brett uno de los contados jugadores del béisbol con más de tres mil hits y un porcentaje de bateo de por vida superior a .300 y otro par de distinguidos guantes que también ganaron la Serie Mundial con sus equipos Craig Nettles surgido en Minnesota pero que brillara con los Yankees de Nueva York y Ron Cey el pequeño, pero efectivo tercera base de los Dodgers de los Ángeles. Los años setenta del siglo pasado que he traído a la memoria marcaron y definieron el bien jugar sobrevivir la esquina caliente.
CÍRCULO DE ESPERA
Ya están en marcha los playoffs de la Liga Mexicana de Béisbol que definirán a los ganadores de las Zonas Norte y Sur y por ende a quienes se habrán de enfrentar en la llamada: Serie del Rey el venidero mes de septiembre. Vale la pena mencionar y advertir que con el sistema de eliminación de esta temporada en la LMB, pudiera darse el caso de que un equipo perdedor de una serie en teoría de eliminación, pudiera resultar a la postre el campeón de la temporada. Esperemos que esta hipótesis de posible realización, no se presente y que la Liga al concluir la temporada haga la necesaria corrección al formato de postemporada, que resulta a todas luces inequitativo e incluso promueve la mediocridad.
Por otra parte aprovecho para enviar una felicitación y mis mayores deseos de éxito a los jóvenes peloteros del Estado de Tamaulipas que pertenecen a la Liga Matamoros que en el campo de juego y tras una reñida eliminatoria se han ganado el derecho de representar a nuestro país en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas en Williamsport, Pennsylvania del 17 al 28 de agosto próximo. Qué haya éxito, pero sobre todo, que disfruten y vivan con intensidad y garra esta irrepetible experiencia.
No podía concluir este círculo de espera sin hacer mención al gran Vin Scully, uno de los más celebres y longevos cronistas del béisbol mundial, pues su reciente muerte a los 94 años de edad deja un enorme hueco que llenar en el mundo del béisbol. Scully fue durante más de seis décadas el cronista y la voz oficial de los Dodgers, por lo que narró y vivió las hazañas deportivas más grandes de la historia del equipo originario de Brooklyn, que como bien sabemos terminó por mudarse a California en 1958. El desempeño y acciones de célebres Dodgers como Jackie Robinson, Roy Campanella, Sandy Koufax, Fernando Valenzuela, Kirk Gibson y Clayton Kershaw por tan sólo mencionar algunos, en buena medida llegó a millones de aficionados gracias a sus emotivos y fieles relatos. Entre sus vivencias y trabajo profesional destaco el haber narrado el juego perfecto de Don Larsen en la Serie Mundial de 1956, que hasta el día de hoy, constituye un hecho único y irrepetible en la historia de la MLB. Scully es un ícono de la crónica deportiva y un obligado referente de sobriedad y conocimiento para quienes se dedican a la narración deportiva o estamos inmersos en el mundo del béisbol. Descanse en paz, Vin Scully.
casallena@live.com.mx