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Casa Llena

Japón, la llama Olímpica y nuestras selecciones de softbol y béisbol

Antonio Canseco

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“Haz bien lo que esté en tu mano, el resto lo hará el destino”

Proverbio japonés

Tras una larga espera y un altísimo costo económico, donde el único resultado seguro será una millonaria pérdida, Japón la mañana del viernes 23 de julio -tiempo de la Ciudad de México- ha mostrado una vez más, el sentido del honor y responsabilidad que le caracteriza, pues no obstante estar el mundo entero viviendo en la incertidumbre como consecuencia de la pandemia del Covid-19 y con la mayoritaria desaprobación de sus habitantes para la realización de la justa deportiva, ha dado la cara con orgullo y sobriedad por el movimiento olímpico al mostrarse en forma generosa y prudente ante los deportistas, entrenadores y jueces en gran mayoría visitantes, cuyas carreras y proyectos de vida profesional dependían en gran medida de la realización de los Juegos Olímpicos postergados. ¡Qué pueblo más admirable es el japonés!

Tras la esperada inauguración la llama olímpica luce y lucirá durante dos semanas en todo su esplendor, en un pebetero especialmente confeccionado para la ocasión y que evoca uno de los símbolos geográficos del país del sol naciente: el Monte Fuji. Esa llama que viajó desde Grecia, es punto de partida e inspiración para miles de competidores que en han tenido y tendrán que sortear extremas medidas sanitarias, periódicos exámenes médicos y pruebas para detectar contagios, además de cumplir otras rigurosas políticas para convivir, desplazarse, dormir y hasta alimentarse; no cabe duda que estos juegos marcarán un hito en la historia de estas competencias, que hago énfasis, han tenido lugar en mayor medida por el carácter y formación que distingue al país anfitrión.

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Debo de confesar querido lector que mi admiración y respeto por Japón no es de ayer, ni como consecuencia de la organización de los trigésimos segundos juegos de la era moderna, Japón es una nación admirable, una cultura milenaria y un pueblo ejemplar que una y otra vez ha sabido sobreponerse a circunstancias terribles, inesperadas e inimaginables. La pandemia, es porque no decirlo, un juego de niños para una cultura que se ha repuesto al dolor y la muerte que dejó a su paso la explosión de dos bombas nucleares (Hiroshima y Nagasaki) en el mes de agosto de 1945 y en años más recientes,  severos daños materiales y muerte que dejó a su paso un sismo y el posterior maremoto que devastaron Fukoshima en 2011, lugar donde las afectaciones a su planta nuclear se convirtieron en un abrir y cerrar de ojos en el epicentro informativo de la tragedia vivida. Hoy, a 10 años de distancia, aquello que fue muerte y desolación, luce en sus colinas miles y miles de girasoles que fueron sembrados como símbolo de un nuevo inicio para esos pobladores que lo perdieron todo. No me cabe la menor duda del temple y disciplina de Japón, donde levantarse es algo más que obligado y donde todo absolutamente todo tiene un sentido y un significado.

Si tienen oportunidad de observar la premiación de alguna de las competencias de los Juegos Olímpicos, podrán apreciar que los tres primeros lugares además de su medalla, recibirán un arreglo de girasoles con la mascota de los juegos. Esas flores que se otorgan como símbolo de la victoria, adivinaron, provienen de aquellas colinas de Fukoshima de las que hoy les he comentado.

Quienes disfrutamos del béisbol y especialmente quienes lo seguimos más allá de nuestro país, de nuestra liga e incluso del enorme referente que constituyen las Ligas Mayores, somos los primeros en agradecer a Japón el haber reintegrado al programa olímpico al Rey de los deportes, que había permanecido fuera de los juegos desde 2008. No importa que sea un torneo corto, ajustado, apretado y donde definitivamente no están todos los que son y no podrán participar grandes exponentes del juego, eso es secundario, cuando lo que de debemos agradecer a Japón es el esfuerzo por haberlo reinsertado a esa justa mundial. Resultando obvio que la poderosa razón que tuvieron los japoneses para hacerlo, no es otra, más que el hecho y circunstancia de que el béisbol es el deporte profesional más importante de ese archipiélago asiático, es el deporte nacional, es el juego por el que se desviven millones de habitantes, es el pasatiempo que más les apasiona y que les llena de alegría y orgullo. Para aquel que lo dude, Japón es béisbol.

Japón es costumbre y tradición, Japón son pagodas y templos budistas, Japón es desarrollo tecnológico y robótica, Japón es moderna arquitectura y el permanente respeto a la naturaleza, Japón es armonía y educación. Es deliciosa comida, Japón es sashimi, nigiris y teppanyaki, es wasabi, jengibre y saque. Japón son ríos de gente que emergen del subsuelo y ordenadas filas de transeuntes en sus calles. Japón es anuncios espectaculares y luces de neón, es ciudades verticales y enormes rascacielos. Japón es el tren bala y el metro. Es la creatividad y la inventiva, Japón es orden y limpieza, excelencia y pulcritud, Japón es capacidad y nostalgia, es el mar y la montaña. Japón es béisbol.

Japón es Godzilla, Ultraman y Ultraseven, Japón es Hello Kitty y Pokemón, Japón son los Súper Campeones y la Señorita Cometa. Japón es trabajo y más trabajo. Japón son sus fabricas armadoras de autos y veloces motocicletas, Japón es empleo y dedicación. Japón es origami y sudoku, Japón es Judo y Karate, es el teatro Kabuki y también el Nintendo. Japón es orgullo y respeto por los ancestros y los ancianos, Japón es la exigencia, es competencia y hasta el suicidio.

Japón es música y talento es Seiji Ozawa y Mitsuko Uchida, Japón es arte y grabado, es la Gran Ola de Hokusai y la modernidad de Kusama, Japón es cine y estética es Kurosawa y Koreeda, Japón es animé, manga y el talento desbordado de Hayao Mayazaki, Japón es literatura es Mishima, Kawabata, es la joven novelista Yoshimoto y el encumbrado Murakami. Y pese a todo ello, Japón es béisbol.

Japón es el recuerdo de Nomo y Tanaka, y el presente de Yu Darvish y Shohei Ohtani. Japón es talento y excelencia, son leyendas y figuras, es Matsui y Suzuki. Japón es béisbol.

Japón es la mayor liga profesional de béisbol después de los Estados Unidos, son los Gigantes de Yomiuri y Sadaharu Oh, el amo y señor de los cuadrangulares con 868 batazos de vuelta entera en su larga y prolífica carrera, son los Dragones de Chunichi y los Tigres de Hanshin. No cabe duda, que Japón es béisbol.

Podría seguir, pero obligado es comentar de la histórica participación de las selecciones mexicanas por primera vez en unos Juegos Olímpicos de béisbol varonil y softbol femenil.

La participación del equipo mexicano de softbol femenil en la gesta olímpica ha concluido con una cerrada derrota en el juego que disputo la medalla de bronce. Respecto del encuentro final, no puedo dejar de precisar, tras haberlo observado de principio a fin, que no se perdió por falta de talento y esfuerzo, eso por fortuna mostraron nuestras jugadoras, sino por falta de estrategia. En mi parecer la medalla se perdió en el dugout, pues en una competencia tan cerrada, donde ya se conocía al rival y se esperaba como lo fue, un juego tan equilibrado, las carreras definitivamente se trabajan y se provocan desde la banca, tal y como lo hizo Canadá. 

Mi reconocimiento a las jugadoras por el entusiasmo y dedicación, lamentablemente faltó la dirección atinada para llevar al podium a este equipo. Pese a que la permanenecia del softbol en el programa olímpico es incierta, deseo que la participación de la Selección Mexicana, cuyo fogueo indudablemente se debe a la oportunidad de practicar el juego y competir en ligas universitarias de los Estados Unidos, logre contagiar tanto a las ligas infantiles que a lo largo y ancho de nuestro país se han enfocado y dedicado a fomentar la práctica en los varones, como a las universidades publicas y privadas con objeto de crear espacios y las oportunidades que permitan incrementar la práctica del softbol en México.

Del equipo de béisbol que nos representa, es claro, por lo hasta ahora mostrado, qué de ellos se puede esperar todo. Han hecho tan mal y poco profesional las cosas antes de salir al campo de juego, que es difícil pensar que ese grupo sea capaz de dar un logro deportivo a la afición y al país. A su favor está el hecho de que se trata de una serie corta y si lograran una victoria en alguno de los encuentros del grupo (con Japón el viernes) sus posibilidades podrían mejorar, pero francamente y con los pies en la tierra, parece más un sueño e ilusión el obtener una medalla que algo tangible y posible. El equipo que ha viajado a Tokio, donde hay experimentados jugadores que incluso jugaron en las Ligas Mayores -manager incluido- han preferido enarbolar los colores y la franela de los “Tomateros de Culiacán” de la Liga Mexicana del Pacífico, por encima del de la selección mexicana de béisbol.

Suena a fracaso, pinta a fracaso, pues talento hay, equipo había, dignamente y en el campo lograron su calificación a los juegos, pero… Antes de asistir a los juegos se destruyó su esencia y se limitó su participación.

Al día de hoy sigue siendo un misterio la salida del equipo nacional del manager Juan Gabriel Castro, que logró conjuntar el equipo que alcanzó el objetivo y la clasificación y tenía la autorización expresa de Phillies de Philadelphia para continuar con el equipo y más aún, la contratación del actual manager Benjamín Gil que tenía trabajo y competencia con los Mariachis de Jalisco y que ha traído consigo un nuevo roster de jugadores para hacer frente al reto de competir en los Juegos Olímpicos, entre ellos, al veterano primera base Adrián González cuya presencia suena más a favor, capricho e imposición que constituir un aporte para el equipo. 

Pronto sabremos si las decisiones tomadas por los federativos tuvieron algún sustento deportivo y éxito, o por el contrario si se trató de viscerales determinaciones o compromisos muy lejanos al campo de juego los que descarrilaron al equipo. Nunca me ha gustado hacer predicciones, pero las circunstancias me obligan a precisar que el resultado al que aspiramos en esta ocasión, por las determinaciones ya comentadas es un quinto puesto, ¡No está mal! Compiten seis.

CÍRCULO DE ESPERA

La organización de los Indios de Cleveland anunció el pasado fin de semana que han decidido cambiar de nombre e imagen para la Temporada 2022. Se llamarán: Guardianes y buscarán con ello enterrar el tradicional e histórico mote que los acompaña e identifica desde 1915. ¡El siglo XXI y sus correcciones políticas! Que poco o nada han mejorado el entorno social. Cuando los descendientes de las tribus originarias de ese país dejen de vivir aisladas y en reservas, cuando la policía deje de asesinar ciudadanos afroamericanos en las calles o de perseguir y extorsionar a nuestros migrantes por razones de odio y discriminación habré de creer en las bondades de lo políticamente correcto. Mientras tanto, lo anunciado por Cleveland será simple y sencillamente un procedimiento cosmetológico.

casallena@live.com.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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