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Casa Llena

El béisbol, ¿deporte o negocio?

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“No pienses que el dinero lo hace todo, o acabarás haciendo todo por el dinero”

Voltaire

He sido durante décadas seguidor del béisbol, a lo largo de esos años he atestiguado las hazañas y logros deportivos de jugadores y equipos y de igual forma he presenciado dolorosas derrotas y sonoros fracasos que han formado parte de la historia del juego de pelota. He hurgado en el pasado y conocido historias y personajes del juego que vivieron y murieron muchos años antes de que yo naciera o tuviera uso de razón. 

En mi niñez y juventud tuve la oportunidad de practicar el juego, de vivirlo y disfrutarlo a plenitud, de sentir la emoción de batear y correr por las bases –no muy rápido en honor a la verdad- y de recibir lanzamientos, lograr outs, atrapar elevados, retirar entradas y como consecuencia de ello ganar y perder encuentros. Tuve la oportunidad de aprender de otros que compartieron su experiencia y conocimiento generosamente, así como poder perfeccionar mi juego y también, y por fortuna, tener la oportunidad de compartiry enseñar a muchos otros que empezaban a jugar o que simplemente eran neófitos de los diamantes.

Esa vivencia personal, querido lector, que provoca la práctica y conocimiento de un deporte, no me permite abstraerme de la realidad en que vivimos. Ese gusto y estima por el juegoy por quienes lo practican a nivel profesional y de excelencia, pero muy marcadamente el deseo de compartirlo semana a semana con ustedes, no evita o inhibe apreciar la realidad económica que gira entorno al béisbol. No son para mi ajenas o desconocidas las exorbitantes cifras y sobrecogedores montos que implica hoy en día la compra de un jugador o el valor de una franquicia, o los derechos de imagen, o los costos por publicidad o el pago de los derechos de las transmisiones de televisión y a últimas fechas, hasta el pago de las transmisiones de juegos vía streaming. Esas enormes cantidades que se dicen y mencionan tan fácilmente resultan tan abrumadoras, desproporcionadas y contundentes para cualquiera de nosotros, que resulta por demás imposible no tenerlas en cuenta y consideración al hablar de béisbol. Esa dualidad y notorio contraste que existe entre la diversión y el dinero, es la que desde hace mucho tiempo me obliga a preguntarme: ¿béisbol hoy en día es un deporte o un negocio?

La respuesta pudiera ser fácil y evidente para una gran mayoría, el simple hecho de considerar la derrama económica y utilidades que genera el 'Rey de los Deportes' sería parámetro suficiente para decretar que se trata de un negocio, pero a la par muchos somos capaces de observar el desempeño de los jugadores y sus capacidades atléticas, de sentir la emoción que provocan sus acciones, de apreciar como su actuar en el campo de juego logra transmitir emociones, inspirar e incluso divertir y distraer, y a la par provocar la sensación de pertenencia e identificación con unos colores y equipo y como consecuencia de ello, de sufrir las derrotas y de gozar las victorias como propias. 

Son hechos que al menos para mi, me permiten tomar distancia del negocio y el dinero para que aflore y prevalezca el deporte. Por ello, y para entender bien e bien, el auge del béisbol como actividad humana y recreativa y a la par percibir la capacidad económica que gira a su alrededor es absolutamente necesario remontarse en el tiempo, al menos una centuria, con objeto de estar en condiciones de entender la notoria transformación económica que envuelve y domina tanto al béisbol, como a otras tantas actividades.

En diciembre de 1919 el juego de béisbol dio un vuelco, tanto por haber sido descubierta la trampa de los Medias Blancas de Chicago al perder en forma deliberada la Serie Mundial, como por el traspaso del zurdo lanzador y prometedor bateador de los Medias Rojas de Boston, Babe Ruth, a los Yankees de Nueva York por la suma de cien mil dólares que serían pagaderos en las siguientes tres temporadas. La llegada de Ruth a Nueva York dio frutos en forma inmediata, en su primera temporada en 1920 logró conectar 54 cuadrangulares implantando una nueva marca para la LMB, además de haber logrado llevar al parque de pelota de los Nueva York por primera vez a un millón de aficionados. Para entrar en contexto debo decir, que el hombre mejor pagado de Norteamérica en ese tiempo lo era el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson que tenía un salario anual de setenta y cinco mil dólares.

La carrera ascendente de Ruth los récords y campeonatos, la edificación de nuevo estadio en el Bronx, que la gente incluso reconocía e identificaba como“la casa que Ruth construyó”, pero sobre todo, la mirada atenta de un país a lo que hacía fuera y dentro de los parques de pelota cambiaron la concepción del juego y del llamado pasatiempo nacional. 

Ruth en 1930 logró su mejor salario como beisbolista profesional: 80 mil dólares. El promedio salarial de los hasta ese entonces considerados bien pagados jugadores profesionales era de 5 mil dólares por temporada. Ruth era ya en ese momento el ícono del deporte y daba vida a la publicidad y la mercadotecnia hacia películas y toda clase de anuncios por lo que su fortuna se incrementó considerablemente. Ese año que rebasó el salario del presidente de los Estados Unidos, Herbert Hoover, los periodistas que lo seguían día y noche le preguntaron su opinión al respecto y con el desparpajo que le caracterizaba les dijo: 'No sé chicos, si es mucho dinero, yo tuve una gran temporada, habrían mejor de preguntar al presidente cómo estuvo la suya'. Zanjando con ello, las primeras voces que se escandalizaban por su ingreso anual.

Si bien el salario anual del presidente de los Estados Unidos permaneció en los 75 mil dólares hasta inicios de los años 60, cuando pasó a los 200 mil dólares anuales, y no fue sino hasta 40 años después, es decir en el año 2001, que pasó a la cifra actual que percibe el Presidente Joe Biden de 400 mil dólares por año de trabajo al frente de la Casa Blanca, les costará trabajo creer y asimilar que en esta temporada 2021 el salario mínimo pactado para un jugador profesional de Ligas Mayores es de 570 mil dólares. Es de no creerse, pero cierto es, que el jugador con el menor ingreso anual en la MLB tiene un mejor salario y por supuesto menores presiones y responsabilidades que el presidente de los Estados Unidos.

¿Cómo puede ser esto posible? Aquí les doy algunas poderosas razones, para entender el fenómeno de la comercialización del deporte y como consecuencia de ello la espiral ascendente en los ingresos de los beisbolistas.

En el año 2019 que hubo temporada completa y no hubo restricciones de asistencia a los estadios, los 30 equipos de MLB tuvieron al menos ingresos por comida y bebidas en sus estadios de 48 millones de dólares, si consideramos que una temporada regular tiene 81 juegos en casa, significa que en promedio hay una derrama de medio millón de dólares en cada encuentro de béisbol de Ligas Mayores sólo por lo respecta a comida y bebida. Los grandes campeones en este rubro son los Yankees de Nueva York que en la temporada de 2019 tuvieron un ingreso de 470 millones de dólares en alimentos en su parque, lo que representa un gasto por persona por juego, cercano a los 100 dólares tan sólo en ese rubro.

Hasta antes de la temporada 2020, ninguno de los uniformes de las Ligas Mayores tenía publicidad visible en ellos, sin embrago, esto ya cambió, gracias al jugoso contrato por 10 años y mil millones de dólares de la empresa Nike para vestir a los 30 equipos y que provocó la aparición en los uniformes de la totalidad de los equipos del logotipo de la palomita. Ese primer anuncio seguramente será el principio de una escalada de nuevos patrocinios que veremos en los años venideros en los uniformes.

En el caso de la televisión los números también son reveladores. Las Grandes Ligas cerraron para esta temporada un acuerdo con las empresas Fox, ESPN y Warner Media para la transmisión de los juegos de béisbol tanto de la temporada regular como de la postemporada y Serie Mundial que supera los 2 mil millones de dólares y que incluso les permite tener margen para comercializar vía streaming otro paquete de juegos al día con Amazon y YouTube.

Para propios y extraños al béisbol, tras las cifras que les acabo de comentar, es claro que la comercialización lo es todo en estos momentos. Son los factores de consumo los que definen los nuevos parámetros de contratación e ingreso en el deporte y para muestra el absurdo, pero por demás revelador caso del primera base de los Mets de Nueva York, Pete Alonso.

Alonso deslumbró a las Ligas Mayores en su temporada primer temporada al implantar la marca de más cuadrangulares para un novato en las Grandes Ligas, con la asombrosa cifra de 53 batazos de vuelta entera en 2019. En sus tres temporadas como jugador de profesional ha tenido un ingreso de 1 millón 470 mil dólares, sin embargo, Alonso participó en los años 2019 y 2021 en el torneo de cuadrangulares (Home Run Derby) que precede al Juego de Estrellas, en ambas ocasiones logrando salir victorioso lo que le representó haber ganado 1 millón de dólares por cada victoria. Es decir que dos noches de exhibición le han producido mayores ingresos, que tres temporadas como profesional, así de simple y contradictorio es el tema de la comercialización deportiva.

Y si de mejores salarios hablamos, hoy en día el jugador que debía tener el mejor ingreso en 2021 está suspendido por su equipo y la Liga, Trevor Bauer, esto por una investigación de agresión sexual aún en curso y que le ha evitado cobrar los 40 millones dólares que recibiría por parte de los Dodgers, pero atrás de él y con los mejores ingresos y cobrando le siguen Mike Trout (37 millones) Gerrit Cole (36 millones) JasondeGrom (36 millones) y Nolan Arenado (35 millones) todos ellos, como consecuencia de haber logrado espectaculares contratos multianuales con sus equipos. 

Vale la pena resaltar que de poco o nada ha servido el tope salarial fijado por la Liga para tratar de equilibrar la competencia, pues los salarios crecen y crecen temporada tras temporada y no hay otra razón para ello que el incremento en el valor de las franquicias, cuyas cuantificaciones en la actualidad llegan a superar el valor y capacidad económica de cientos de empresas multinacionales con miles de empleados e inversiones en el mundo, de ese tamaño es hoy en día el alcance y la capacidad económica del béisbol.

En 1993 hubo una expansión de las Ligas Mayores, que trajo consigo la llegada de los equipos de Miami y Colorado, ambos equipos en ese entonces pagaron 95 millones de dólares por formar parte de las Ligas Mayores. Cinco años después en 1998 tuvo lugar la última expansión con la llegada de Arizona y Tampa, escuadras que pagaron en ese entonces 130 millones por integrarse. Hoy en día ya se habla abiertamente de una nueva expansión para llegar a 32 equipos, la misma se ha retrasado porque debe resolverse la situación de los nuevos parques de béisbol de Atléticos de Oakland y Tampa Rays, que incluso pudiera desencadenar la mudanza de esas dos franquicias.

Los que saben de números y negocios estiman que el precio que tendrán que cubrir los inversionistas interesados por un equipo de Ligas mayores sea de 2 mil 200 millones de dólares e incluso se dice que Las Vegas, Portland, Charlotte, Nashville, Montreal que ya tuvo su oportunidad y Vancouver son las ciudades con mayores posibilidades de lograrlo.

Ese es el poder de una Liga donde los Gigantes de San Francisco están valuados en 3,180 millones de dólares, donde los Cachorros de Chicago están valuados en 3,360 millones de dólares, donde los Medias Rojas de Boston están valuados en 3,470 millones de dólares, donde los Dodgers de Los Ángeles están valuados en 3,570 millones de dólares y donde los Yankees de Nueva York en la cima del negocio están valuados en 5,259 millones de dólares.

Con estas cifras acuestas, por más que se quiera ponderar el juego y la actividad deportiva, así como los logros y las hazañas en el campo de juego, es claro y contundente que el béisbol hoy en día es un negocio, un negocio que divierte y entretiene, que apasiona y atrae a miles de personas a los parques y las pantallas de televisión, pero que cada vez es y será menos un deporte.

CÍRCULO DE ESPERA.

Tras ganar sus cinco encuentros, incluidos dos contra los Estados Unidos y conservando la calidad de invicto en el breve, pero emocionante torneo que se disputo sin público en las tribunas. La novena de Japón se llevó la medalla de oro de béisbol en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Una medalla largamente soñada y deseada que se pudo materializar gracias al esfuerzo, trabajo, disciplina y estrategia que hicieron valer. Enhorabuena a Japón, que una vez más nos ha puesto el ejemplo. Que nos quede de lección que en el béisbol, como en la vida misma se vale soñar, pero solo con trabajo, la constancia y la dedicación es posible cumplir las metas y los objetivos.

Antonio Canseco
  • Antonio Canseco
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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