Regístrate
close-icon
Estás leyendo: Los sabores del parque de pelota

Casa Llena

Los sabores del parque de pelota

Antonio Canseco

Publicidad
Publicidad

“No hay amor más sincero, que el amor a la comida.”

George Bernard Shaw


Autor, dramaturgo y crítico

Uno de los atractivos que reviste asistir a los parques de pelota, es la comida que en ellos se vende. Sin duda alguna, una tradición que no deben perderse cuando asistan a un estadio de béisbol. Prácticamente en todos los parques de pelota donde se juega béisbol profesional se tiene la oportunidad de disfrutar de golosinas, cacahuates, palomitas de maíz, ricos helados y algodones de azúcar, así como deliciosos platillos especialmente confeccionados tanto de comida rápida, como de alta cocina que se venden día a día y en grandes cantidades durante las nueve entradas que por lo general dura un juego.

Esa bien arraigada y lucrativa práctica de vender alimentos en los estadios, tuvo su origen a mediados del siglo XIX en el estadio “Polo Grounds” ubicado en la Ciudad de Nueva York, en la zona de la isla de Manhattan que hoy en día conocemos como el “Upper EastSide.” Aquel inmenso parque -ya desaparecido- y originalmente utilizado para la práctica del juego de polo, llegó albergar a más de 80 mil aficionados en diversos encuentros deportivos que tuvieron lugar en las primeras décadas de Siglo XX en esa cosmopolita ciudad de los Estados Unidos.

Harry Stevens, dueño de una pequeña fábrica cercana al Polo Grounds dedicada a elaborar y vender tarjetas para llevar las anotaciones del juego de béisbol en las que rápidamente incluyó publicidad y que siempre estaba atento a las incidencias del juego, solía dar a sus empleados salchichas y bollos a la hora del lunch.

Un frío día de primavera en que habían sobrado muchos panes y salchichas de los empleados de la fábrica, se acercó al campo de pelota con la idea de que no se desperdiciara la comida y para su sorpresa en un abrir y cerrar de ojos, los asistentes al juego compraron todos los que llevaba. Al día siguiente regresó con más salchichas y panes y el resultado fue el mismo, una larga fila de hambrientos aficionados que devoraron su comida en segundos, ya acompañados de mostaza y pepinillos. Para Stevens, fue más que evidente que había encontrado una nueva fuente de ingresos; así que decidió entonces comprar mil panes y salchichas y los transportó en una especie de cajas metálicas que él mismo inventó y que mantenía caliente la comida gracias al vapor que producía el agua caliente que llevaban dentro. Tras la invención y patente, el negocio de Stevens creció y se multiplicó, a grado tal, que ya era conocido en los estadios como: “el Rey del Hot Dog” y sus ganancias se incrementaron por cientos de miles de dólares hasta consolidar un verdadero emporio a lo largo de la Unión Americana.


En cuanto a la cerveza, también popular y presente en todos los campos de pelota, hizo su llegada al juego a finales del siglo XIX y por una razón completamente distinta. El dueño de los Browns de San Luis, Chris von der Ahe nacido en Prusia que migrara a EU mucho antes de la Primera Guerra Mundial, también era el prominente dueño de una empresa productora de cerveza, así que viendo la posibilidad de expandir su negocio, hacía que al término de cada juego en casa de los Cafés, las pipas recién salidas de su cervecería llegarán al parque en busca de sedientas gargantas.

Ya en el siglo XX, el Coronel Jacob Ruppert, otro magnate de la industria cervecera y quien adquirió y transformó a los Yankees en un equipo ganador, introdujo inicialmente la cerveza en los parques de pelota de la cuidad de Nueva York, y posteriormente logró expandirla al resto de los parques. Fue su visión empresarial, en combinación con los perros calientes de Stevens, lo que logró instituir el ahora inseparable binomio del hot dog-cerveza que reina en los estadios.

Lejos están ya aquellos primeros años del béisbol profesional donde por casualidad primero, y luego como una forma de generar nuevos negocios como en el caso de Stevens, o buscando crear de nuevos mercados como en el caso Devon der Ahe, la comida y la bebida lograron entrar a los parques de pelota y se multiplicaron a tal grado, que hoy en día, no podríamos concebir asistir a un juego sin esas comodidades y delicias.

Ahora que han conocido el origen de la tradición culinaria en los parques de béisbol norteamericanos, seguro estoy, que les hará más sentido el viaje que vamos a realizar.

En la Costa Oeste de EU, se encuentra uno de los estadios más cómodos para disfrutar un juego de pelota: el T-Mobile Park, casa de los Marineros de Seattle, donde la comida es magnífica y obligada es la parada para disfrutar de un delicioso sándwich de salmón, o degustar un“Ichiroll” (un rollo de sushi de salmón nombrado en honor de la estrella japonesa Ichiro Suzuki) que a lo largo de su carrera logró conectar más de 3,000 mil hits, símbolo del equipo que seguramente llegará al Salón de la Fama del Béisbol una vez que haya transcurrido el plazo de cinco años de retiro para su elegibilidad.

También en la Costa Oeste pero prácticamente haciendo frontera con nuestro país, se pueden disfrutar los mejores tacos de pescado y camarón estilo Baja California, esas tiras de pescado o camarones capeados que se acompañan de col finamente cortada y su salsa de pico de gallo, alimentos disponibles en el PETCO Park, la céntrica casa de los Padres de San Diego.

Si el antojo es más convencional, y se vive o se está de paseo en la soleada California, lo mejor será acudir en Los Ángeles al parque con mayor capacidad de las Ligas Mayores, el Dodger Stadium, y como todo es grande en California, intentar domar al llamado “Dodger Dog”, con su enorme salchicha de 25 centímetros de largo que hace las delicias de los aficionados californianos.

Pero no toda la riqueza culinaria de los parques de béisbol está en el oeste. Filadelfia que es la cuna de la Independencia de los Estados Unidos, también lo es, de los famosos sándwiches “Philly Cheesesteaks”. En el Citizens Bank Park, la casa de los Phillies, la comida preferida es el “Schmitter” un sandwich con carne de res, queso gratinado y pan al más tradicional estilo de la ciudad, que fue bautizado en honor al gran tercera base y miembro del salón de la fama, Mike Schmidt.

De Pastrami o un Reuben, no hay mejor sitio que el nuevo Yankee Stadium, conocido ahora también, como la capital de los sándwiches “Deli”, donde el favorito de los aficionados es la combinación elaborada en pan bagel con salmón ahumado, queso crema y pepinillos agrios que recibe el nombre de Nova Lox. Debo hacer la precisión de que en ese parque edificado en el Bronx, en lo que alguna vez fue el estacionamiento del mítico y original estadio de los Yankees que se construyó en los años veinte del siglo pasado, todo lo que uno desee comer, puede encontrarse con cierta facilidad.

El estado de Maryland es reconocido mundialmente por su cangrejo. En el parque de los Orioles de Baltimore, el hermoso Camden Yards, que ya tiene más de 25 años de haber sido inaugurado y que logra unir a la perfección lo tradicional y lo moderno, se pueden disfrutar los famosos “Crab Cakes,” y también degustar los cangrejos de concha suave (softshells). Les aseguro que, independientemente del desempeño de los locales, un plato de unos u otros, bien vale el boleto y la visita.

El otrora Miller Park de Milwaukee, que desde esta temporada ha sido rebautizado como el American Family Field no ha tenido en años recientes un equipo que logré llegar a la Serie Mundial pese a los grandes jugadores que han vestido esa franela. No obstante, ese equipo y ese parque son el máximo exponente del binomio Hot dog – Cerveza. La preferida y más vendida de todas es la Bratwurst con mostaza y debe ir siempre acompañada de una Cerveza Miller, orgullo del estado de Wisconsin. Definitivamente si hay un lugar hecho para disfrutar cervezas y hot dogs, es ese parque de pelota.

El “North Side Twist” es el alimento más cotizado en el legendario y tradicional Wrigley Field de Chicago. Se trata de un enorme pretzel con tres aderezos que puede mantenerlos entretenidos durante varias entradas del juego; pero debo advertirles, que ir a Chicago, al parque más antiguo de la Liga Nacional y no comer una pizza, puede considerarse todo un sacrilegio, así que bien vale la pena ir con suficiente hambre al estadio y degustar ambos.

Con los nuevos y modernos parques de pelota, nuevas tradiciones culinarias hacen su aparición, una de ellas, es el “sandwich de los hermanos Primanti” todo un clásico en Pittsburgh cuyos aficionados anhelan revivir las glorias de los años setenta, pero a decir verdad, no todos los días nace un Roberto Clemente o un Willie Stargell. Sin embargo, sus entusiastas aficionados hacen largas filas cada partido en el PNC Park, ubicado en la cuna de la industria del acero norteamericano para adquirir este emparedado, hecho de jitomate, queso suizo gratinado, roast beef, papas a la francesa y col.

Minnesota también es una obligada visita y para muchos la Sopa de arroz salvaje, que se vende en el Target Field es algo que no debe desaprovecharse cuando se asiste al parque de pelota. Largas filas se hacen en busca de ese plato de sopa caliente envuelta en pasta de hojaldre, que bien podría ser el plato estelar de un restaurante gourmet y que mucho ayuda a los aficionados a mitigar el frío que se llega a sentir en ese magnífico nuevo parque que por fortuna dejó en el olvido a aquel ruidoso estadio techado y de superficie artificial en donde ganaron dos Series Mundiales, pero que era absolutamente anticlimático para el juego de béisbol.

Podría seguir y seguir, pero este paseo culinario al menos por hoy, termina en Boston. La magnífica ciudad del Este de los Estados Unidos, que posee el estadio más tradicional de las Grandes Gigas, el mundialmente famoso Fenway Park, con su enorme barda del jardín izquierdo, el llamado “Monstruo Verde” y donde todavía las anotaciones del juego se llevan mecánicamente, gracias a un marcador manual que se niega a desaparecer.

Boston es y será tradición, béisbol y comida, por lo que no hay mejor forma que disfrutar un encuentro que comiendo una deliciosa sopa de almeja (Clam Chowder) llegado el otoño o un Lobster Roll (bollo de langosta) en los cálidos días de verano.

Pese a que generalmente cuando asisto a un parque de pelota, tengo la costumbre de llevar en forma personal las anotaciones del encuentro y mis oportunidades de comer se reducen considerablemente, siempre me he preguntado sí habrá algo mejor en el mundo que disfrutar un juego de béisbol comiendo en el parque de pelota. En esta ocasión, la respuesta te la dejo a ti querido lector. ¡Buen provecho!

casallena@live.com.mx


Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Cargando comentarios...