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Casa Llena

Los juegos nocturnos en el béisbol

Antonio Canseco

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“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.”

Libro del Génesis Capítulo 1. Versículo 3

Al período denominado por los historiadores y grandes conocedores del béisbol “de la pelota viva” que inicia en el año 1920, tres grandes acontecimientos lo marcan y definen:

  • El primero de carácter tecnológico y que hoy abordaré: la implementación de la energía eléctrica en los estadios para concretar la realización de los juegos nocturnos. 
  • Otro de carácter social que tuvo lugar en 1947 con la abolición de las políticas de segregación racial que habían existido hasta esa fecha en el deporte profesional norteamericano, gracias a la contratación de Jackie Robinson por parte de los Dodgers de Brooklyn, que trajo consigo la inclusión tanto de los jugadores afroamericanos como de los provenientes de Latinoamérica al mejor béisbol del mundo.
  • Y finalmente uno de carácter legal y económico con el establecimiento de la agencia libre y de los sistemas de contratación de jugadores más equitativos y productivos para estos últimos, que se diera como consecuencia de la rebelión del entonces jugador de los Cardenales de San Luis, Curt Flood, quién a finales de la temporada 1969 se negó a cambiar de equipo como si fuera simplemente mercancía y cuya argumentación y defensa llegaron hasta la Suprema Corte de Justicia, lo que pesé al fallo adverso que recibió desencadenaría una serie de acciones legales que transformarían para siempre las condiciones económicas y de contratación en el juego de pelota.

Tres hechos que cambiaron y moldearon al juego profesional de béisbol y que le permitieron posicionarse en el gusto de los aficionados hasta convertirlo en el atractivo deporte-negocio que es hoy en día. Por ello, resulta más que obligado remontarnos al pasado para entender y comprender bien a bien el primero de los sucesos que le cambiaron el rostro al juego de béisbol.

Al iniciar la temporada de 1935, el gran Babe Ruth estaba a punto del retiro, marginado ya de los Yankees de Nueva York tras haberle sido negada la oportunidad de dirigir al equipo y refugiado en los Bravos de Boston donde viviría sus últimos encuentros como jugador profesional; por lo que el béisbol estaba listo para dejar a un lado la codependencia de “El Bambino” y dar vuelta a la página con objeto de emprender nuevos retos y desafíos.

El más significativo de ellos era lograr consolidar al béisbol por encima de los otros deportes profesionales que ya se practicaban en Norteamérica, pese a las secuelas de la gran depresión de 1929 que todavía se dejaban sentir en un importante segmento de la población y donde el llamado Rey de los Deportes era una de las contadas excepciones, que además de brindar alegría y distracción a miles de norteamericanos que sufrían el desempleo, era ya una importante industria sin chimeneas cuya presencia, influencia y capacidad económica se dejaba sentir.

Por lo que la idea de realizar juegos nocturnos tomó fuerza sobre todo en busca de mejorar la asistencia a los parques que venían resintiendo la ausencia de aficionados y aunque había muchos escépticos, entre ellos el inflexible Comisionado del béisbol, Kenesaw Landis, al que no le agradaba ese tipo de innovaciones,-que ya eran utilizadas por las Ligas Negras- pero que cambió de parecer cuando la prestigiada Compañía Eléctrica Westinghouse se involucró en el tema y presentó una ambiciosa propuesta de iluminación para el Crosley Field de Cincinnati, que incluía la instalación permanente de diversas torres de electricidad que permitirían pese a la oscuridad de la noche la óptima visibilidad para jugadores y aficionados.

Tras la aprobación y visto bueno de la Liga, en un abrir y cerrar de ojos se concretó la inversión y tomó vida el proyecto. Los Rojos de Cincinnati ante poco más de 20 mil aficionados que abarrotaron aquel parque de pelota que en sus juegos diurnos tenía una entrada promedio de dos mil asistentes, se enfrentaron el 24 de mayo de 1935 a los Phillies de Philadelphia en lo que fue el primer juego nocturno de la historia del béisbol; el primero de los siete que fueron celebrados con éxito esa temporada.

La trascendencia y el impacto fue tal, que mientras jugadores y aficionados se alistaban para iniciar el encuentro, en la Casa Blanca, a cientos de kilómetros de distancia, el presidente Franklin Delano Roosevelt encendió simbólicamente el apagador que habría de proporcionar la energía eléctrica en el estadio donde por primera vez habría un juego nocturno de béisbol de temporada regular.

Tras el éxito de esa primera temporada de juegos nocturnos que revitalizó la asistencia de los aficionados a los estadios, dado el cambio de horario que sin lugar a dudas facilitaba a muchos la asistencia a los parques de pelota, otros equipos no dudaron en seguir el ejemplo de Cincinnati y realizaron la inversión económica para proveer de luz artificial a sus estadios

En Nueva York, el primer estadio en contar con alumbrado eléctrico fue el Ebbets Field, la casa de los Dodgers de Brooklyn, quienes durante la temporada de 1938 tuvieron su primer juego nocturno. El histórico encuentro representó, por si fuera poco, el segundo juego sin hit ni carrera lanzado en forma consecutiva por el pitcher de Cincinnati Johnny Vander Meer, una hazaña que hasta el día de hoy jamás ha sido repetida por un lanzador de las Ligas Mayores.

Para finales de la temporada de 1941, 11 de los 16 equipos de las Grandes Ligas ya contaban con alumbrado eléctrico en sus parques y ofrecían a sus aficionados al menos 10 juegos nocturnos durante la temporada regular con llenos asegurados. Los Cachorros de Chicago que ya habían iniciado el proyecto para instalar el alumbrado en el Wrigley Field decidieron interrumpir los trabajos tras el bombardeo japonés a Pearl Harbor, que a la postre desencadenaría la participación de los Norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial. Tras esa suspensión inicial, el proyecto de alumbrado quedó en el olvido, por lo que los Cachorros continuaron jugando de día y no fue sino hasta el año 1988, es decir, cuatro décadas después de haberse contemplado la instalación del alumbrado y a más de 50 años de distancia de la realización del primer juego con luz artificial, tuvo lugar el primer juego nocturno en dicho estadio, convirtiendo al equipo de Chicago en el último de la MLB en adoptar dicha modalidad ya en forma por demás tardía e incluso habiendo puesto en riesgo sus finanzas.

Para nuestros ojos contemporáneos y modernos, que no vivieron ese proceso de transformación, no nos queda más que afirmar que el experimento funcionó y revolucionó no sólo al juego de béisbol, sino al resto de los deportes profesionales que uno a uno modificaron sus estadios y horarios de juego en busca de mayores audiencias y por ende de mejores ingresos para sus equipos. Circunstancia en la que un nuevo jugador y factor económico llamado televisión tendría mucho que decir y aportar en los siguientes años.

No está de más precisar lo extraño que resulta saber y entender hoy, aunque suene nostálgico, que los juegos nocturnos son la norma y el común denominador del juego de béisbol, que ni uno solo de los 511 juegos que ganara en su distinguida carrera el pitcher Cy Young fueron de noche, como tampoco que el afamado pitcher Walter Johnson, la gran estrella de los Senadores de Washington, hubiese al menos logrado uno de sus 3,509 ponches en un juego nocturno, o que alguna de las 552 veces que subió como lanzador abridor la gran estrella de los Gigantes de Nueva York, Christy Mathewson, lo hubiese hecho de noche, o que alguno de los 714 batazos de vuelta entera que pegó en su carrera profesional, George Herman Ruth, hubiese tenido como testigos a la noche y el encendido alumbrado de un parque.

En el caso de las Series Mundiales, los juegos nocturnos tardaron un poco más en aparecer, pues no fue sino hasta el cuarto juego del Clásico de Otoño de 1971 en que fuera utilizada por primera vez luz artificial. En dicha ocasión los locales Piratas de Pittsburgh, gracias a la memorable actuación de Roberto Clemente, vencieron a los Orioles de Baltimore 4-3. Fue tal el éxito de los juegos nocturnos de Serie Mundial que los papeles se invirtieron, hasta el grado de provocar extinción de los juegos diurnos, pues la última vez que el campeón de la Liga Americana enfrentó al campeón de la Liga Nacional en un juego de día tuvo lugar en el sexto juego de la serie que enfrentó a los Mellizos de Minnesota contra los Cardenales de San Luis en 1987.

Es por ello que también me resulta difícil imaginar, tras observar año con año los juegos nocturnos de Serie Mundial, que el batazo de home run conectado por Bill Mazeroski en la novena entrada del séptimo juego de la Serie Mundial de 1960 con el que los Piratas de Pittsburgh dejaron en el terreno a los Yankees de Nueva York, o la memorable atrapada de espaldas a home que hiciera Willie Mays para los Gigantes de Nueva York en el primer juego de la Serie Mundial de 1954 en contra de los Indios de Cleveland o aquel sufrido y doloroso passbol que cometiera Mickey Owen el entonces cátcher de los Dodgers de Brooklyn y que debió representar el último out del cuarto juego de la Serie Mundial de 1941, pero que se convirtió en el inicio del rally con el que los Yankees de Nueva York vendrían de atrás para ganar el encuentro y la Serie Mundial, hubiesen tenido lugar en otoñales mañanas.

Lo cierto y definitivo es que temporada tras temporada el número de juegos nocturnos fue incrementándose hasta llegar a la mayoritaria proporción que en la actualidad supera el 60 por ciento de los encuentros programados a lo largo de una temporada. Las poderosas razones económicas que derivan de incrementar la asistencia a los estadios, así como de permitir mayores audiencias televisivas en los juegos que se transmiten en los mejores horarios de televisión (prime time), me llevan a entender con claridad que la prosperidad que hoy disfruta el juego de béisbol, surgió de aquella innovación tecnológica que fue puesta en práctica hace más de 85 años y que hoy he recordado, en especial para aquellos que todavía dudan si somos o no, producto de nuestro pasado.

casallena@live.com.mx


Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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