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Casa Llena

El origen del béisbol en México

Antonio Canseco

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“Patria: tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu cielo, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros…”

Ramón López Velarde

No puede llegar el mes de Septiembre sin que a mi cabeza vengan con emoción recuerdos bien confeccionados en la infancia y la adolescencia. La llegada de ese mes en el calendario significaba en aquellos años escolares invariablemente el inicio de un nuevo ciclo, pues el último día de las vacaciones de verano coincidía precisamente con el inicio del mes patrio; eran aquellos días “primero de septiembre” todavía de asueto escolar y donde tenía lugar tanto el informe presidencial, como la celebración de la sesión General de Congreso con la que daba inicio el período ordinario de sesiones de las Cámaras de Senadores y Diputados. Definitivamente era esa fecha el punto de partida para el cúmulo de celebraciones y efemérides que había que honrar y festejar a lo largo de un mes dedicado a la patria y al orgullo de ser mexicanos.

Recordar aquellas ceremonias escolares de honor a la bandera con su correspondiente acto cívico en el que se rememoraban pasajes de nuestra historia; donde muy temprano y de mañana escuchábamos los relatos que habían preparado nuestros compañeros de escuela o salón respecto de la defensa del Castillo de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847 por los jóvenes cadetes del Colegio Militar (Niños Héroes) o sobre el inicio de la lucha de Independencia Nacional con el grito de Dolores la madrugada del 16 de septiembre de 1810 de don Miguel Hidalgo y Costilla, y que tardaría 11 largos años en consolidar Agustín de Iturbide con su llegada triunfal a la capital del país un 27 de septiembre, constituían sin lugar a dudas una forma de generar y vivir ese orgullo de ser mexicanos. En ese mes de intenso sentir nacionalista tapizado de banderas y rehíletes tricolores en calles y casas, donde el punto culminante era y sigue siendo la recreación del grito de independencia tanto en el Zócalo Capitalino, como en absolutamente todas las plazas públicas de los municipios y capitales de los estados de nuestro país a la que invariablemente le seguía y sigue una larga fiesta mexicana que incluía música, juegos artificiales y ricos platillos mexicanos. Las efemérides concluían el día 30, a la sazón el último día del mes con el aniversario del natalacio de José María Morelos y Pavón (1765), nuestro procer y libertador que se autonombró con la dignidad y el humanismo que le caracterizaba “siervo de la Nación” y que nos legó entre otras cosas el Primer Tribunal de Justicia, en Ario de Rosales, Michoacán.

Por esas poderosas razones formativas y personales querido lector, y aprovechando que el próximo 27 de septiembre estaremos celebrando dos centenarios de vida independiente y de haberse constituido la Nación que somos, me he dado a la tarea de urgar en el pasado con el propósito de encontrar los orígenes del béisbol en nuestro país; sabedor de que hay varias ciudades que afirman con orgullo ser la cuna del béisbol en México.

Debo expresar que incluso para los norteamericanos existen diversas versiones sobre la creación y autoría del béisbol, la gran mayoría de los historiadores y estudiosos del juego de pelota en los Estados Unidos, coinciden que el juego se inventó en 1839 en Cooperstown, Nueva York, lugar donde por cierto, se encuentra la sede del Salón de la Fama del Béisbol; si hubiera que atribuirle la paternidad del juego a una persona en específico, se dice que un topógrafo y voluntario de bombero de nombre Alexander Cartwrigth fue quien adaptó las reglas de un juego inglés denominado “rounders” (juego de pelota con bate) para dar cabida al que con el paso de los años denominarían los norteamericanos su pasatiempo nacional.

También los historiadores tienen clara evidencia de que en 1845 en la lsla de Manhattan, se estableció el primer campo de juego ya con la forma de diamante, fijándose la duración del juego en nueve entradas, cada de una conformada de tres outs, así como que los equipos estuvieran integrados por 9 jugadores. Con ese primer marco de referencia, podemos entender que el juego fue poco a poco expendiéndose a lo largo del territorio norteamericano y más allá de sus fronteras.

Por ello, es tanto lógico, como natural que existan varias interpretaciones, como datos y anécdotas de la llegada del béisbol a nuestro país. El recuento que me permito hacer en estricto orden cronológico inicia en Matamoros, Tamaulipas, ciudad fronteriza con los Estados Unidos, donde el 21 de octubre de 1869 se tiene evidencia de la creación del primer equipo mexicano de béisbol, el denominado “Union Baseball Club”, que cruzaba el Río Bravo para enfrentar en Brownsville, Texas a equipos de aquella nación.

En el año 1870 tenían lugar las labores de construcción del ferrocarril que comunica a los Estados Unidos con México entre las ciudades fronterizas de Laredo, Texas y Nuevo Laredo, Tamaulipas. El importante cruce de mercancías que permite el comercio internacional y el vasto intercambio económico en la actualidad, era en aquel año del siglo XIX, apenas un proyecto que estaba en desarrollo. Se tiene plenamente documentado que el supervisor de los trabajos de construcción de la vía en el lado americano Johny Tayson formó dos equipos integrados por trabajadores de ambos países, que en los ratos libres jugaban al béisbol tanto en el estado de Texas, como en el de Tamaulipas. Ese vínculo y simbiosis que existe entre las personas que viven a lo largo de nuestra vasta línea divisoria con los Estados Unidos ha marcado la vida y costumbres de quienes radican y conviven con la frontera de por medio. Por lo que no es de extrañar, ni sorprender, que muchos años después, ya constituida la Liga Mexicana de Béisbol el equipo con sede en Nuevo Laredo, Tamaulipas, lleve por nombre: Dos Laredos, razón por la cual los también llamados: “Tecolotes” juegan en forma alternada sus partidos de local en los parques ubicados en Nuevo Laredo y Laredo, como símbolo de la hermandad entre las dos ciudades, que seguramente encontró su primer vínculo en aquellos juegos disputados mientras se concretaba la construcción de la vía del tren.

En Guaymas, Sonora se tiene registro de que el 3 de mayo de 1877 tuvo lugar el primer encuentro de béisbol en territorio nacional, se dice que en aquella ocasión un grupo de marineros de la fragata que llevaba por nombre “Montana” y del buque de la marina norteamericana “Newborne” que habían atracado en ese puerto del pacífico y permanecido en cuarentena como consecuencia de una epidemia de tifoidea, pasada la restricción y antes de emprender el regreso a casa descendieron sus tripulaciones con guantes, bates y pelotas y organizaron para su diversión y de las personas que lo presenciaron un partido de béisbol.

Ya en plena época porfirista, se tiene documentada la presencia del juego de béisbol tanto en la ciudad de Hermosillo, Sonora en 1885, como en el puerto de Veracruz en 1886 y en la Ciudad de México en 1887 con la creación del que es considerado el primer equipo de béisbol de carácter semi-profesional en nuestro país el denominado: Club Mexicano que enfrentó en más de ocasión al Club Nacional de Ferrocarrileros.

La expansión de las vías ferroviarias durante la presidencia de Porfirio Díaz y la llegada de un importante y nutrido grupo de inversionistas extranjeros a nuestro país fueron también factor para el crecimiento de la práctica del béisbol en México. De todos estos fenómenos de expansión y desarrollo el caso más significativo es el de Cadereyta, Nuevo León. Dicha población que largamente ha defendido el argumento de ser la auténtica cuna del béisbol en México, tiene una historia que merece ser comentada. Durante la construcción de la vía férrea que comunica a las Ciudades de Monterrey, Nuevo León y Tampico, Tamaulipas, (1888-1891) los trabajos estuvieron a cargo del coronel Treadwell Ayres Robertson aficionado al béisbol y que fue primer promotor de la práctica del béisbol entre los empleados que realizaban la obra. El también coronel y abogado norteamericano Joseph Andrew Robertson, a la sazón gerente del que popularmente se conoció como ferrocarril del Golfo, fue quien efectivamente organizó en los terrenos aledaños a la estación San Juan, en Cadereyta, estado de Nuevo León, un encuentro de béisbol el 4 de julio de 1889 como parte de los festejos de esas empresas norteamericanas para conmemorar el día de la independencia del vecino país del norte.

Este recuento no puede finalizar sin considerar al estado de Yucatán, motor del desarrollo en la época porfirista, en mayor medida por sus Haciendas Henequeneras y donde también existen fuertes e importantes lazos con el origen del béisbol en México. Lo interesante del caso de Yucatán es que el vínculo con el juego de pelota no radica de la presencia directa de los norteamericanos, sino de Cuba que ya había adoptado al béisbol como su deporte nacional como consecuencia de la llegada de buques de guerra estadounidenses en el siglo XIX que no podían llegar a la Bahía de La Habana por su poco calado, lo que obligaba a llevar sus embarcaciones hasta Matanzas. Lugar en el que desembarcaban y mientras bajaban sus mulas a pastar, los marinos se ponían a jugar beisbol. De esa manera los locales cubanos aprendieron las reglas del juego y lo adoptaron para hacerlo el deporte nacional de la Isla del Caribe.

Se tiene evidencia de que en el año 1890 la familia de Fernando Urzais que provenía Guanabacoa, Cuba, arribó en una corbeta a la península de Yucatán y entre sus pertenencias y enseres contaba con los implementos del juego (bates, guantes y pelotas). Tras la llegada de esa familia, muchos cubanos realizaron el viaje a Yucatán para comenzar a jugar a la pelota al lado de los locales.

Tuvieron que pasar dos años y medio para que se diera el registro del primer juego de béisbol en el estado de Yucatán. El Club Mérida, es para muchos historiadores el primer equipo de beisbol fundado en la región. La escuadra estaba conformada en su mayoría por familias cubanas y uno que otro pionero yucateco. A la par otro grupo de hacendados y comerciantes fundaron el Sporting Club, equipo que según los registros de la época se enfrentaba al equipo Colón de Progreso.

Tras estos primeros y aislados esfuerzos por generar diversión y entretenimiento de los que hoy les he comentado, la práctica del béisbol creció y se intensificó en nuestro país, hasta escalar al nivel profesional. Fue durante las décadas de los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX que el béisbol se convirtió en el deporte profesional más importante y seguido de México. Época en la que el juego y espectáculo brindado tanto por los jugadores locales, como por los talentosos jugadores afroamericanos y caribeños mayormente cubanos ha sido considerado por muchos expertos y conocedores incluso de mayor calidad al que se practicaba en los Estados Unidos, pero de eso y de otras cosas que se han quedado en el tintero les ofrezco escribir con posterioridad.

CÍRCULO DE ESPERA

La Serie del Rey que definirá al campeón 2021 de la Liga Mexicana de Béisbol inicia este lunes. Toros de Tijuana y Leones de Yucatán respectivos campeones de las zonas norte y sur habrán de definir al vencedor y nuevo monarca. Hace muchos años, cuando la gente usaba mayoritariamente sombrero, una prestigiada empresa que los confeccionaba y comercializaba y que por fortuna sigue en operaciones; acuñó una de las frases publicitarias más ocurrentes e incluyentes de que se tenga memoria: “De Sonora a Yucatán…” 

Hoy que la final de nuestra Liga de Béisbol se disputará entre equipos que representan uno y otro extremo geográfico de la nación, no puedo más que sentir alegría al saber que nuestra máxima liga profesional de béisbol cubre, abarca y representa literal y territorialmente a todo el país. Enhorabuena a la Liga Mexicana de Béisbol.

¡Que haya éxito y suerte para Toros y Leones en el diamante!

También el próximo miércoles 8 de septiembre tendrá lugar la ceremonia de ingreso al Salón de la Fama del Béisbol de la clase 2020, el festejo tuvo que ser pospuesto como tantas otras actividades por la pandemia del Coronavirus. Cabe recordar que en este 2021 no fue electo ninguno de los 25 jugadores que fueron propuestos al Salón de la Fama al no alcanzar la votación necesaria para formar parte de los inmortales del béisbol, algo que no sucedía desde 1960.

En Cooperstown, todo está listo para dar la bienvenida al cátcher de los Cardenales de San Luis, Ted Simmons, al gran bateador oriundo de Canadá, Larry Walker, que vistiera las franelas de los desaparecidos Expos de Montreal y de los Rockies de Colorado; al finado abogado Marvin Miller, electo por el comité de veteranos y que sentó las bases de la agencia libre y de las mejores condiciones salariales que existen en la MLB, se trata de una distinción y honor pocas veces visto para alguien que no fungió como jugador, manager o directivo en el mundo del béisbol. A ellos también habrá de unirse Derek Jeter, el short stop y capitán de los Yankees de Nueva York, sin lugar a dudas el jugador más completo y destacado de su generación y quien mucho tiempo atrás sabíamos que habría de pertenecer a este selecto e importante grupo de personas que han dejado huella en el Rey de los deportes.

casallena@live.com.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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