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Casa Llena

Los cambios y ajustes a las reglas de juego para el 2023 en la MLB

Antonio Canseco

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“Cambiar no siempre equivale a mejorar, pero para mejorar, hay que cambiar”

Winston Churchill

Faltan escasos días para que dé inicio la temporada 2023 de las Ligas Mayores, una temporada que será innovadora y hasta revolucionaria, pero donde tendremos que esperar a la debida implementación y aplicación de las nuevas reglas para saber si las mismas resultan ser existosas.

Es la obsesión por acortar la duración de los juegos de béisbol y de agilizarlos más por motivos comerciales y de entretenimiento que de la propia fluídez del juego, la poderosa razón que ha llevado a los altos mandos de la MLB a realizar una serie de ajustes y experiementos de los que habremos de ser testigos durante el desarrollo de la campaña regular 2023.

Antes de analizar a detalle los cambios querido lector, quisiera expresar mi preocupación inicial, el béisbol no es un deporte cuyos esfuerzos y resultados se rijan por el transcurso de un período específico de tiempo o incluso que sea delimitada su práctica al paso por el transcurso de un lapso de tiempo previamente establecido como sucede en otros deportes profesionales tales como el fútbol, el basquétbol, el fútbol americano o el hockey. Los tiempos del béisbol pudiera decirse, son infinitos y a la vez tan finitos como la realización de los tres outs que integran cada entrada. Así que para mí resulta sumamente peligroso intentar afectar la esencia del juego y una de sus principales características en aras de tratar de reducir la duración de los partidos. Ya otros deportes como el Tenis, que tampoco es un juego cuyo resultado dependa del transcurso de un período específico de tiempo está lidiando y padeciendo los ánimos de comercialización que han puesto su mira en la reducción del tiempo de duración de los encuentros. Por lo que a manera de introducción, brevemente afirmo, que esto que vivirá el béisbol de las Ligas Mayores y que ya ha estado enfrentando con otros ajustes a los que hoy también haré referencia son signo inequívoco de los tiempos en que actualmente se desarrolla el deporte profesional, tiempos de inmediatez, pero sobre todo, tiempos donde lo que perdura y domina es la imperiosa necesidad de comercializar y hacer dinero.

El ajuste más positivo y alentador que presenta la temporada que pronto habrá de iniciar, constituye algo nunca visto en la vasta historia del béisbol profesional norteamericano, pues los treinta equipos que conforman la MLB se habrán de enfrentar entre sí al menos en una serie de tres encuentros durante el transcurso de la temporada regular, lo anterior sin importar la Liga y División a la que pertenecen y menos aún su lugar en el standing. Se trata de una de las ideas más afortunadas que ha producido en los últimos años la gerencia de la MLB y que tiene por objeto fomentar la competencia entre los equipos y la par generar nuevas rivalidades deportivas o revivir las que en otras épocas existieron, pero que también conlleva una razón de carácter ambiental y en concordancia con los esfuerzos por revertir el cambio climático. De este importante rubro, ofrezco pronto y de manera puntual escribir a profundidad en una de mis próximas entregas.

Otra de las modificaciones que habremos de apreciar es el crecimiento de las bases, con excepción del home. En la temporada 2023 la primera, la segunda y la tercera base pasarán de su medida convencional de 38.1 centímetros a 45.72 centímetros. El cambio de dimensiones tiene como objetivo dar una mayor dinámica en el corrido de las bases y generar el regreso de jugadas que poco a poco cayeron en desuso como los robos de base, los toques de pelota y el bateo y corrido. Las nuevas bases que desde mi punto de vista tienen la apariencia de una caja de pizza dispuesta sobre el terreno de juego, habrán de reducir la distancia entre las bases de primera a segunda y de segunda a tercera en 11.40 centímetros y de home a primera y de tercera a home en 7.62 centímetros, lo que significa que habrá más jugadas cerradas en todas las bases, menos doble plays y mucho más trabajo para los umpiers. De las tres nuevas medidas que verán la luz, ésta es la menos polémica y la que más fomenta el juego competitivo y una mayor actividad en las bases de la que vimos en las últimas temporadas. El cambio afirman sus promotores también reducirá las lesiones de jugadores, algo que desde mi punto de vista es difícil de predecir; es más, yo por el contrario pienso que lo cerrado que serán algunas jugadas al recortar la distancia entre las bases habrá de generar mayores incidentes y contactos entre jugadores, pero definitivamente será la implementación de la regla, lo que habrá de confirmar o desmentir lo ya comentado.

La modificación a las reglas de juego que causará mayor polémica y estragos a lo largo de la campaña 2023 es la implementación del denominado reloj de pitcheo, una invención que tiene como finalidad acortar la duración de los juegos, reducir los tiempos muertos y dar mayor fluídez a las acciones. Su funcionamiento y materialización es la siguiente. En todos los parques de la MLB habrá un cronómetro de grandes dimensiones que será imposible de no llamar la atención de los lanzadores con la finalidad de delimitar el tiempo que transcurre entre un lanzamiento y otro, es decir, el tiempo que implica la preparación y ejecución de cada lanzamiento. Pero la Liga ha ido más allá que la simple medición de ese proceso, pues ha determinado sanciones y consecuencias para aquellos que desobedezcan las limitaciones de tiempo ahora establecidas para darle supuestamente la continuidad y fluídez que demanda el juego. En este caso el lanzador y el catcher pueden provocar afectaciones en el conteo del bateador por sus demoras y en el caso del bateador que también deberá estar listo en la caja de bateo en los tiempos que habré de comentarles, también será acreedor a una sanción que afectará su conteo de bolas y strikes en el referido turno al bat. Trataré de ser más claro en la explicación, habrá un reloj que otrogará 15 segundos al pitcher para ejecutar su lanzamiento cuando no haya gente en las bases y 20 segundos cuando exista uno o más corredores en ellas. El reloj iniciará su cuenta regresiva a partir de que el lanzador reciba del catcher o del umpier la pelota. Por su parte el catcher deberá estar en posición y listo para recibir el lanzamiento a más tardar cuando el reloj marque 10 segundos, mientras que el bateador deberá tener ambos pies dentro de la caja de bateo y estar listo para esperar el lanzamiento cuando la cuenta regresiva haya llegado a los 8 segundos, finalmente el lanzador deberá haber iniciado su mecánica de lanzamiento antes de que el reloj llegue a cero y expire el tiempo previsto para la ejecución de cada lanzamiento. Las sanciones en caso de una violación al reloj de juego serán para el equipo a la defensiva ya sea por culpa del lanzador o su catcher la de agregar una bola en forma automática a la cuenta del bateador, mientras que en el caso del equipo que batea si la violación es provocada por el bateador en turno al demorar su llegada al plato, éste recibirá un strike automático en su cuenta.

Francamente no me agrada en nada la regla, ni el experimento, atenta contra el juego, sus fundamentos y esencia, además de que reduce la trascendental secuencia de lanzar y seleccionar los pitcheos, a un movimiento meramente mecanizado, donde ni la estrategia, ni la reflexión podrán estar presentes.

El juego de béisbol se practica mayormente con las manos, pero definitivamente se juega con la cabeza y esta regla no lo está privilegiando tal cualidad. En detrimento de la nueva regla voy a señalar tres razones por las cuales considero que debe ser eliminada. En primer lugar, las sanciones que establece son desproporcionadas y alteran la esencia del juego, los strikes y las bolas se ganan, y obtienen como resultado y consecuencia de la propia ejecución de los lanzamientos, de arriesgar y poner en juego la pelota, sin embargo, la nueva disposición los otorgar en forma automática y por decreto pervirtiendo la esencia del juego. En segundo lugar, la implementación de lo que yo llamo el reloj de las prisas generará un juego de menor calidad y donde las señales que son tan importantes para el desarrollo de lo que sucede y se trata de implementar en el campo de juego serán más fáciles de detectar por los equipos contrarios. Cuando la estretagia del juego se pone en riesgo, siempre estaremos en problemas.

Finalmente uno que parte de grave hecho de tratar de delimitar los tiempos de un juego, pues como ya lo expresé, el tiempo no es factor, ni debe ser un mecanismo autónomo para afectar situaciones prácticas del juego, sin dejar de ser menor detalle la afectación estética que la implementación de la medida habrá de producir, pues visualmente será horrible observar que en los mejores parques de pelota del mundo existan enormes cronómetros en el backstop mostrando lanzamiento tras lanzamiento cuentas regresivas que definitivamente no habrán de emular o recordar el despegue de una nave espacial. Es más, lo que he visto hasta ahora en los juegos de pretemporada trsitemente me ha remontado al área de salchichonería de un supermercado, en donde marcadores de similar naturaleza, pero con otro fin, permiten a los dependientes despachar y atender a la clientela. Pobre béisbol, cuya tradición y grandeza está siendo desplazada por presiones externas que claman y exigen una notoria reducción en el tiempo de duración de los encuentros.

Se trata pues de una regla impuesta con calzador que han promovido los que ahora mandan y pagan los grandes salarios: las televisoras y los medios electrónicos que difunden el juego vía internet y que han hecho valer a toda costa su vountad sin preocuparse un ápice por la calidad del juego pelota.

No se necesita ser un genio para saber que su implementación será considerada un rotundo éxito, especialmente para quienes la han promovido, pues en efecto, la duración de los encuentros gracias a la nueva regla verá reducido entre 20 y 30 minutosel promedio de duración de cada encuentro.

Otras dos controvertidas disposiciones regresarán en la temporada 2023, vale la pena comentarlas brevemente, antes de analizar la peor y más nociva de las modificaciones que se pondrá en práctica con el inicio de la temporada y que a decir verdad, es la que más me preocupa.

Las bases por bolas intencionales sin la necesidad de realizar algún lanzamiento al plato y decretadas en forma automática regresarán en 2023. No sobra decirlo, su implementación es muy desaportunada, ya que representa ceder terreno, dado que el béisbol implica poner la pelota siempre en juego, ese es el riesgo que se toma lanzamiento tras lanzamiento, por lo que fomentar una regla que vaya en contra de ese principio, aún siendo para aparentemente dar mayor celeridad al juego, es a todas luces, obviar lo obvio, e ir en contra de la naturaleza del juego.

Caso muy similar, pero más grave aún resulta la imposición de un corredor en segunda base cuando dan inicio los extrainnings, esta ventaja para los equipos que batean y modalidad que se promovió con objeto de agilizar la finalización de los encuentros que estaban empatados en tiempos de la pandemia del COVID-19, seguirá en vigor durante la temporada 2023 de la MLB, no obstante que la convivencia social se ha normalizado en el planeta y que las actividades deportivas y recreativas se han retomado a cabalidad y sin restricciones.

La novedosa solución que amaneza con quedarse, es una propuesta invasiva y arbitraria que afecta el orden del juego y que impone una ventaja obtenida sin merecimiento deportivo alguno a los equipos. Siendo por demás evidente que no goza de mi aprobación, por los motivos ya comentados.

Me he reservado para el final la última de las modificaciones a las reglas de juego que pondrá en práctica la MLB en la temporada 2023 y que básicamente consiste en traicionar la esencia del juego de pelota al prohibir y restringir el uso de posibles estrategias de juego. Para el asombro de muchos, las Grandes Ligas han determinado cancelar el uso de las formaciones especiales, a las que en inglés se les denomina (shift). Esta modificación es una regresión absoluta, un gravísimo error y un atentado en contra del juego. Restringir la libre formación de los equipos a la defensiva es limitar y hasta prohibir la capacidad de pensar e interpretar el juego, es una forma autoritaria de imponer cómo debe ser jugado el juego, una solución radical que empaña y desmerece la práctica profesional del béisbol. Es la impotencia y la falta de imaginación la que ha llevado a la MLB a imponer la prohibición de las formaciones especiales, obligando con ello, a que todos los equipos a la defensiva tengan forzosamente en el cuadro a dos jugadores de cada lado de la segunda base, advirtiendo además que cualquier variación o cambio a esa disposición será sancionada y castigada.

¿Por qué las Ligas Mayores se toman está atribución? ¿Por qué han decidido actuar y ejecutar desde sus oficinas una norma que atenta contra la estrategia y la libre determinación de plantear la defensa de los equipos en los juegos? La única respuesta medianamente posible, es pensar que dichas formaciones especiales han dado resultados, mostrado eficacia y producido beneficios prácticos a quienes las han puesto en práctica. Porque el uso de esas formaciones se tradujo en outs, outs que evitaron carreras, no obstante la ventaja que aparentemente fue concedida al alterar la colocación natural o tradicional de los jugadores en el campo de juego.

Me pegunto si el experimento de este año prospera, ¿qué seguirá? ¿Quedará prohibido hacer lanzamientos que superen las 100 millas por hora? ¿Estará prohibido inentar engañar a los bateadores con cambios de velocidad? ¿los pitchers ya no podrán lanzar curvas? o cosas peores, tales como que los jardineros no puedan dar más de cinco pasos del lugar en que se encuentren colocados al momento de salir un batazo y que esté prohibido tratar de poner out al corredor más adelantado en las bases. Llegados al extremo éstas y otras propuestas tontas y torpes podrían ver la luz, si la encomienda, tal y como parece, es la de llenar de prohibiciones al juego de pelota.

En este afán de controlar el juego la MLB olvida que el bésibol es un deporte muy sencillo, donde nueve contra nueve compiten, donde la colocación de cada jugador en cada lanzamiento es responsabilidad de cada jugador y de su manager, por lo que no puede ser motivo de una regla o prohibición expresa su colocación en el campo de juego. Promover una medida que evita que manager y coaches hagan su labor, es una medida que rechaza y discrimina la capacidad inventiva de los equipos tendiente a detener,contrarrestar o dominar a los bateadores contrarios y que a la par limita arbitratariamente el juego. Es simple y sencillamente ir en contra del propio béisbol. Yo personalmente me manifiesto en contra de la aplicación de esta regla, es más, me molesta, me desalienta y me decepciona profundamente.

Voy a hacer un poco de historia, es necesario, la ocasión lo amerita. Este hecho que sucedió en las Ligas Mayores hace ya varias décadas, tuvo lugar para ser más preciso en la temporada de 1946 y es el antecedente y también solución del tema en concreto. Ted Williams, el número (9) y máximo referente de los Medias Rojas de Boston, pese a estar en activo, ya era un inmortal del juego de béisbol. De hecho es hasta nuestros días el último campeón de bateo de la MLB con un porcentaje de bateo superior al .400. Carísmático, gran atleta, nacido en San Diego, California, de madre mexicana, dos veces héroe de guerra para nuestros vecinos del norte es probablemente el mejor bateador zurdo de los tiempos, no obstante el hecho de que curiosamente su brazo de lanzar fuera el derecho.

Su capacidad de lograr llegar a la bases era tal que el manager y parador en corto de los Indios de Cleveland Lou Boudreau inventó expresamente una formación con objeto de detener a Ted Williams, la llamada formación Boudreau, a la que también se le conocío como “el shift” y que consistía en cargar a todo el cuadro (jugadores de campo) entre la primera y segunda base, dejando prácticamente un enorme hueco entre la segunda y la tercera base sin defensa alguna. Cuando la formación se presentó por primera vez en el turno al bat de Williams en un día del mes de julio de aquella temporada, esté sorprendido salió de la caja de bateo para consultar al umpier si era legal la formación, sin dudarlo un instante el umpier le comentó que mientras los jugadores no estuvieran colocados en terreno de foul, la formación era válida.

Williams simplemente sonrió, regresó a la caja de bateo y en su turno conectó la pelota siendo dominado con una rola que habitualmente hubiera partido el diamante, pero que debido a la formación llegó al guante del inventor de aquella estrategia, quien satisfecho lanzó la bola a la primera base para completar el out. Ese día, cada vez que Williams fue al plato la formación especial se presentó, saliendo avante la estrategia ideada por Boudreau al irse Williams en blanco tras dos turnos al bat y haber tomado una base por bolas. Pese a la hazaña defensiva, ese día Cleveland no pudo evitar la derrota al ser vencidos 6 carreras a 2.

Al concluir el juego, los periodistas se amontonaron en torno al jardinero de los Medias Rojas para escuchar sus impresiones. Williams tras el juego y lo sucedido simplemente hizo una breve declaración: “si me juegan así, tendré que empezar a batear como bateador derecho.”

La innovadora formación fue repetida por Cleveland y otras escuadras en algunos otros encuentros de la temporada con mayor éxito que fracaso, sin embargo, los Medias Rojas fueron al Clásico de Otoño representando a la Liga Americana esa temporada y tuvieron como rival a los Cardenales de San Luis, cuyo manager Eddie Dryer con algunas adecuaciones intentó controlar y dominar a la estrella de Boston con la misma receta y medicina. Cansado de la formación y de la estrategia de los rivales Williams tras haberse ido sin hit en los dos primeros juegos de la Serie Mundial, en su primer turno del tercer juego aprovechando el enorme hueco que existía entre la segunda y la tercera base decidió tocar la pelota por el rumbo tercera para lograr un hit sencillo y recibir el aplauso de pie de los asistentes ese día al parque de pelota. Aquel gesto y actuar puso fin a la estrategia y demostró que esa formación especial tenía un antídoto y una forma de ser revertida. A partir de ahí Williams prevaleció y la jugada especial fue utilizada menos ocasiones en su contra. Años después Boudreau volvió a poner de moda la formación como manager de los Reales de Kansas City pero esta vez para impedir batear con comodidad a Mickey Mantle el jardinero estrella los Yankeees de Nueva York en los años cincuenta y sesenta.

Lo anterior que he relatado claramente ejemplifica que en el mundo del béisbol no hay jugada perfecta o infalible, no la hay, pues todo depende de la habilidad y determinación de quienes participan jugada a jugada en un encuentro. Por lo tanto intentar prohibir y por decreto a los equipos decidir sobre su colocación y forma de jugar en el terreno de juego, sin lugar a dudas no es una respuesta adecuada, sino por el contrario constituye un retroceso, una vergüenza y una tutela excesiva por parte de la MLB a jugadores profesionales de béisbol que no la necesitan, ni requieren.

CÍRCULO DE ESPERA

Concluyó el Clásico Mundial de Béisbol, más allá del importante y dramático triunfo de la Selección de Japón que obtuvo su tercer campeonato, esta vez en forma invicta, dando cátedra de lo que es el juego de conjunto. Lo acontecido las últimas dos semanas nos confirma la fortaleza del béisbol norteamericano que se quedó a un paso de obtner el bicampeonato, así como el notable desarrollo y crecimiento que ha tenido el béisbol en Japón. Además de habernos reiterado el talento y buen juego que a pesar de las condiciones económicas se sigue practicando en Cuba y que nos trajo a los mexicanos inesperadas emociones al ver a nuestro país llegar a la semifinal del torneo, peleando de tú a tú, jugando pelota de calidad y trayendo a casa el tercer lugar del certamen, que es al momento la mejor participación de nuestro país en esa clase de torneos de naciones. A destacar la grata presencia y juego de Randy Arozarena, cubano de nacimiento y mexicano por convicción y naturalización que ha dado nota al mostrar un juego alegre, vital y de efectiva presencia, el jardinero izquierdo de México es justo decirlo, cargó sobre sus hombros a la novena nacional y fue factor decisivo en la mayoría de sus victorias. Enhorabuena al equipo de México por la actuación y la destacada labor que llenó de alegría e ilusión a propios y extraños al Rey de los Deportes.

casallena@live.com.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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